Atrapados en la noche vieja, junto a la PNC
Caralvá
La noche respira fiesta, los autos se arremolinan en las calles para concluir las visitas familiares postergadas, la agenda exige en las últimas horas: velocidad y desplazamientos obligatorios.
Hay de todo en las calles, los conductores somos peores en nuestros autos que fuera de ellos, dentro tenemos un marco definido y en cierto modo, un pequeño mundo donde el dominio de diversos instrumentos nos hace parecer poco menos que los dueños de las carreteras.
Al filo del boulevard de los próceres, podemos distinguir autos patrullas de la PNC en guardia preventiva desviando el tráfico, acostumbrados a los accidentes de las fechas, lo único de pensar es: otro (a) ciudadano (a) con problemas de alcohol, asaltos, imprudencia de peatones, irresponsabilidad al volante, delincuencia, narcotráfico, hasta los conocidos Reality Show de algunos diputados borrachos y disparando, “amparados en su inmunidad legislativa”, cuestión nada ejemplar en la saga de otras tantas historias inéditas.
Por cuestiones de ese desvío, hubimos de recorrer gran parte del trayecto del boulevard los próceres y retornar sobre la autopista a Comalapa, para descubrir con sorpresa, que algunos semáforos a cierta hora son desconectados como en días normales, pero aquella noche vieja del 31 de diciembre de 2005, no era como otras, la noche no duerme, de modo que son las 11 y las calles están abarrotadas.
De nuevo sobre la autopista a Comalapa, nos desviamos hacia la nueva calle a Huizúcar y Santa Elena, retornando para enfilar hacia el cruce frente al Rancho Navarra; la escena era una corrida de toros, con autos a corta distancia, acelerando por unos centímetros de avance, en realidad evadimos los golpes de otros autos, la noche era una mañana de lunes.
La escena era una simple continuación de un día agitado. Observamos la eficiencia de la PNC con controles vehiculares y retenes preventivos, nos pareció que el tráfico lento sería un inconveniente, pero no fue así, aquellos retenes al menos nos demostraban que alguien se preocupa por la seguridad ciudadana a pesar de ser día festivo.
La PNC durante ese día de “noche vieja”, realizó su labor admirablemente. Ahora es costumbre verles y comprobar su eficiencia en diversos momentos.
Hace algunos años al conversar con Alvaro Mendendesleal, antes de los acuerdos de paz, afirmó: “si deseamos conocer a los mejores escritores de El Salvador, debemos revisar los archivos de la policía nacional, ahí estamos todos”, definitivamente la actual Policía Nacional Civil, tiene una calidad que nunca otra policía en la historia nacional ha obtenido, esta calidad es su credibilidad, en otros tiempos, su nombre era la primera línea de represión política contra opositores demócratas, por eso su no filiación la hace creíble, esperemos que esta historia pueda ser la misma en los siguientes años.
Por eso al leer las crónicas de tantos policías caídos en el cumplimiento de su deber durante el año 2005, lo menos que podemos hacer es saludarles con respeto y otorgarles un tributo a su abnegado esfuerzo, son nuestros policías, son nuestra línea defensiva ante el combate delincuencial y con esto agreguemos que la colaboración ciudadana a su trabajo será mayor, en la misma proporción que continúen así, con abnegación, eficiencia y sin condición partidaria.
De ahí que la noche vieja, nos sirva para desearles los mayores éxitos en sus labores del 2006. Amigos de la Policía Nacional Civil, su éxito nos enorgullece.