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democracia

  • Justicia y democracia ahora

     Imagen tomada del sitio web de la Policía Internacional (Interpol) que difunde en su lista de personas más buscadas al expresidente de El Salvador Francisco Flores.

     

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    César Ramírez


    @caralvasalvador


    La democracia funciona en este momento histórico, nuestro deber es contribuir hacia un nuevo horizonte de paz social. Después del momento electoral aún están presentes las heridas provocadas por la propaganda negra usada furiosamente en la campaña presidencial, ahora se inician los procesos jurídicos contra algunos personajes que confundieron  la difamación con la propaganda política, de tal manera que violaron los derechos civiles del primer ciudadano de la nación. En esencia los procesos jurídicos no son procesos políticos, no son defensas de tesis liberales contra antítesis conservadoras, no es el Estado contra un ciudadano, es un ciudadano en defensa de sus derechos legítimos contra otros ciudadanos, de tal forma que ésta condición no es una persecución política; y se resolverá por las instancias que imparten justicia.


    La famosa tesis fascista: “miente, miente, que algo queda”, fue derrotada, la población no creyó la patraña divulgada por diversos medios de comunicación, ni aceptó como argumento las difamaciones estructuradas por rumores perversos, ahora el ajuste de cuentas se resolverá en los juzgados. La propaganda negra sirve:  “para difamar, avergonzar o tergiversar la naturaleza real del enemigo o el conflicto”, éste viejo método fue usado por Hitler en su libro Mi Lucha (donde implanta la Gran Mentira), pero en nuestra nación en tiempos pasados, era un recurso ordinario, con una breve mirada de calificación de los adversarios del autoritarismo llenaríamos volúmenes, de igual manera durante el conflicto de los años ochenta, esta acción parece que resucitó en el momento electoral y es difícil olvidar los trol informáticos, uso de estadísticas, líderes de opinión etc.


    Es notable el modelo educativo que observamos en este evento, un expresidente procesado judicialmente, dos diputados que podrían perder el fuero político, otro ciudadano procesado por difamación.


    No obstante si nuestra democracia es fuerte, se impondrá la justicia.  Este momento nos invita a la reflexión, debemos trabajar por una nación diferente.  Democracia es dialogar, construir consensos, ejercer la justicia ciudadana, ganar el futuro. Democracia es el sometimiento de la minoría a la mayoría, lo cual implica: tolerancia, pluralidad, reformas constitucionales etc., este momento es crucial debido al avance regional en muchas áreas económicas, aumento del desarrollo humano, integración internacional etc., es notorio el agotamiento de la forma de gobernación oligárquica, ya no es posible que el Estado sirva a intereses particulares,  se necesita un Estado moderno sin peculado, nepotismo, tráfico de influencias, etc. Esencialmente una relación Estado-Sociedad acorde al Siglo XXI. Pensar en la sociedad post-electoral significa abandonar la concepción ideológica en la conducción nacional de los sectores: Productivos, Profesionales, Agrícolas etc., crear una cultura que nos permita liberar a los pobres de su esclavitud estructural, ésta no puede ser de otra manera que creando riqueza, generando una nueva iniciativa privada incluyente. www.cesarramirezcaralva.com  

     

  • A la violencia social: métodos democráticos

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    Caralvá

     

    De alguna manera legal esta situación irregular de violencia debe terminar. La percepción del incremento de la violencia es cotidiana, parece que la nación es una estadística de muertes y no existe nada más, en último plano se encuentran los éxitos culturales, educativos o desarrollo social.

     


    Los componentes esenciales de solución a tanta violencia no puede estar aislada de la Clase Política en su conjunto, puesto que si el rumbo actual no cambia, en poco tiempo viviremos la pérdida de todo respeto a los valores democráticos, con una escalada de acciones irregulares que implicarán a diversos sectores sociales, ya no solo las clases populares. El deterioro del respeto a la vida humana, parece declinar rápidamente, este estado degradante es construido por grupos antisociales que no tienen respeto por ningún valor jurídico, su accionar es antisocial en toda su naturaleza, el daño provocado a la familia salvadoreña no tiene límites, los clamores de justicia no tienen respuesta efectiva.

     


    El clima de irregularidad en la violencia como manifestación extrema - no la única - es de tal magnitud que poco falta para que a la fuerza ilegal se responda con la fuerza de la legalidad armada, pero esta condición extrema pasa por la abolición de leyes inoperantes en el actual modelo democrático.

     


    En otras naciones esta precaria situación ha permitido el ascenso del populismo o caudillismo disfrazado de golpes de estado, abolición del parlamento, de las leyes, supresión de la carrera de abogados, todo el modelo constitucional con la implantación de naciones que bajo el acero sin ley ajusticiarán a todo implicado en dichas actividades ilícitas.
    La historia recuerda a otros pueblos que han ejecutado dichas sangrías. Desde Roma hasta las guerras de las naciones balcánicas, esta violencia es en una palabra el terror legal desatado.

     


    Estas manifestaciones violentas podrían ser la mano de la espada vengadora de todas viudas y huérfanos, de todos los hermanos y hermanas, de las familias honradas que no se dejaron extorsionar, de todos los crímenes sin justicia que claman en los pueblos y cantones de la república sin una bandera que responda a tanto llanto.

     


    ¿Qué hacemos después de quejarnos? Proponemos soluciones desde nuestro nivel ciudadano, pero la clase política no responde al nivel requerido, las instituciones parecen atemorizadas, el grado de corrupción se expande a muchos niveles, algunos sectores poderosos se cruzan de brazos y esperan el desastre para obtener ganancias políticas… etc.
    Repetir los esquemas fallidos de otras naciones no es deseable y provocará luto y más luto.
    Ante este panorama la democracia es la mejor respuesta.

     


    Hace siglos Jean-Jacques Rousseau escribió: “las leyes no son sino las condiciones de la asociación civil, y el pueblo sometido a las leyes, debe ser su autor”, lejano recuerdo que llama a la acción.

     


    “Se me preguntará si soy acaso un príncipe o un legislador, para escribir sobre política. Contestaré que no y que por eso mismo escribo sobre política. Si fuese un príncipe o un legislador no perdería mi tiempo diciendo lo que hay que hacer: lo haría o me callaría.”

    www.cesarramirezcaralva.com

     

     

     

  • La Historia en democracia

     

     

     

     

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    Caralvá

     

    Recientemente la publicación de un documental de la guerra civil salvadoreña,  ha detonado una serie de críticas de parte de sectores que participaron en el conflicto de los años ochentas que cuestionan la divulgación de esos materiales históricos.

    La Historia en su conjunto  será la piedra que edificará nuestra sociedad para los siguientes 100 años,   Historia que debe ser herramienta de estudio y  la vocación  nacional en su proyección, pero si es negada también puede ser la generadora de nuevos conflictos,  puesto que cada sector optará por la defensa de sus intereses y no por la interpretación que originó tal evento.

    La Historia Nacional nunca ha sido cuestionada porque siempre ha existido una política oficial para interpretar cada evento, de tal forma que la divulgación de los acontecimientos  ha colocado a los actores principales  como: Héroes y Villanos, buenos y malos, los defensores de la libertad y los arquetipos de la esclavitud... etc.

    Esta concepción ha sido producto de la concepción capitalista versus el comunismo,  en El Salvador  se origina en el siglo pasado que califica a partir de los años 30 de comunistas a todo opositor,  así iniciamos una historia ideológica que ha dividido profundamente a los salvadoreños entre comunistas y anticomunistas  o si lo prefieren entre amigos y enemigos, un lenguaje que tuvo su máxima expresión en los años ochenta en el esplendor de la guerra fría entre las potencias nucleares.

    Pero la historia en ese sentido no solo es impulsada por la derecha, también la izquierda ha optado por divulgar su propia historia desde los años treinta.  No existe una concepción única de la Historia sino varias, al menos dos en franca oposición, que como hermanos gemelos enemigos coinciden por su forma ideológica contrapuesta.

    Ambas lecturas de la historia se excluyen y combaten de tal forma que discutir de historia es una exhibición de esgrima entre lineamientos ideológicos y filiaciones  partidarias,  porque a cada paso de la historia actual existen errores y aciertos;   en nuestra nación existe monumentos que levantan hasta el cielo obeliscos de anticomunistas y en otros nombres comunistas célebres; en cada monumento  se efectúan actos memoriales según la ocasión, pero nos señala la profunda división de visión histórica en la postguerra y en democracia.

    Existen casos donde la condición de héroe y villano se intercambia según el tiempo de la guerra,  al igual que el giro político de las estructuras partidarias.

    Pero en tiempos democráticos y postguerra, elevar la condición de la Historia hacia la comprensión de los eventos y no como instrumentos de aniquilación de enemigos debe ser el objetivo, necesitamos una Historia Nacional que rescate a nuestra etnia calificada desde los años 30 de comunista, necesitamos comprender que los sangrientos eventos de la guerra civil no concluyeron en victorias o derrotas, sino en el Acuerdo de Paz que construye un nuevo modelo de legalidad, tolerancia y respeto por las opiniones de los adversarios.

    La construcción de la Historia no puede continuar repitiendo leyendas de la guerra fría entre comunistas  y anticomunistas, por esa razón debemos avanzar hacia una nueva historia democrática entre ciudadanos.

     Abrir un debate nacional sobre la sociedad de preguerra, guerra y postguerra eliminando los signos ideológicos para enfrentar los problemas que lo motivaron es el camino hacia nuestra comprensión de nación en paz.

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  • Siglo XXI hacia la democracia

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    Caralvá

     

    Si el siglo XX fue la era de las dictaduras militares y la guerra fría en América Latina, este siglo XXI será de la democracia.

    Todo cambia bajo el nuevo signo del realismo social de la clase política, la fragmentación de la llamada: “derecha” más parece el surgimiento de un nuevo discurso político de poderosos sectores que abandonan el antiguo legado de la guerra fría, y apuestan a la modernización de sus principios como respuesta al desafío lanzado a partir del 15 de marzo de 2009, fecha que se impone un nuevo modelo de movimiento popular bajo el sustrato de amplias alianzas, que derrotan al temor en todas sus formas posibles.

    El nuevo modelo de discurso de la derecha  propone también nuevas alianzas y paradójicamente profundizar la democracia, no impulsar el vetusto anticomunismo, al tiempo que propone eliminar arcaicos dogmas en sus pilares de creencias…acción audaz y quizás estratégica.

    En el campo de la izquierda, el desafío permanente coincide en avanzar hacia un modelo democrático, modernizar al sistema en sus diferentes áreas bajo las normas constitucionales y coincidir con la mayoría de los sectores sociales en la gobernabilidad.

    En términos clásicos la democracia debería regirse por principios éticos, pero justamente en ese elemento se inauguran muchos discursos que fragmentan en lugar de unir a las sociedades. Uno de los casos excepcionales de las democracias es la economía,  puesto que ella escapa a estos criterios, sino veamos los efectos de la crisis en nuestra nación y el mundo; nada más inmoral que el desempleo de millones de trabajadores en el mundo y peor el origen de los famosos “bonos basura” por instituciones financieras sin ninguna justificación ética.

    Si la coincidencia de la clase política se orienta hacia la democracia, a favor de la modernización del sistema, debería buscarse un amplio acuerdo a favor de los objetivos económicos en estos momentos tan difíciles para las familias salvadoreñas.

    Si las coincidencias en general de la clase política se orientan hacia la comprensión de los grandes errores del Siglo XX, el pluralismo participativo en la solución de los grandes problemas nacionales parecería ser la respuesta esperada por la ciudadanía, aspecto que connotaría una gran fortaleza en la gobernabilidad y elevaría la credibilidad ciudadana hacia  la clase política.

    La crisis económica mundial al menos hasta la fecha, no parece que ha afectado nuestro modelo democrático como lo fue en el siglo XX, que provocaba las rupturas constitucionales, ahora en cambio parece que provocó una ruptura con 20 años de un modelo de gobernabilidad que había agotado su política de alianzas.

    Ahora parece que nos aproximamos al abandono de viejos paradigmas del siglo XX, avanzamos hacia la consolidación de la democracia del siglo XXI y el pluralismo se perfila como el valuarte de la unidad nacional, donde los ciudadanos son el fin del modelo, no solo un medio electoral y su participación en la vida política un factor decisivo en la gobernabilidad.

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  • Nuevas amenazas para la democracia

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    Caralvá

     

    Las nuevas amenazas para la democracia hemisférica se consideraron marginales en otros tiempos: narcotráfico, crimen organizado, deportación masiva de emigrantes, catástrofes naturales, pandemias, aplicación de la justicia, financiamiento externo a partidos políticos, intervención de gobiernos extranjeros, economía internacional, lavado de dinero etc.

    De los múltiples factores que amenazan a nuestra democracia, el narcotráfico parece ser el  rey de los potenciales peligros, con tanto poder que los recursos policiales no son suficientes y se debe recurrir a los ejércitos nacionales.

    El actual momento de violencia nacional, puede ser el signo relevante de los efectos de luchas por controles territoriales para distribución y comercio de drogas, situación que solíamos observar en otras naciones, ahora están a la vuelta de la esquina.

    El problema del narcotráfico es transglobal ello  implica una amplia cooperación entre los gobiernos, puesto que las drogas tienen diferentes procesos: producción, transporte y consumo.

    En nuestra nación la producción de drogas es mínima (al menos en relación a otras naciones)  y el consumo aún parece bajo control, pero el transporte de estos productos por diversos medios se está convirtiendo en una amenaza por los constantes hallazgos en diversas cantidades de drogas en zonas humildes y residenciales.

    Entre los signos de alarma sobre este tema observamos: la aparición de armamento de guerra, la violencia focalizada y la multiplicación de estas estructuras ilegales que intentan infiltrar a las instituciones del Estado, en este último caso existen ejemplos dramáticos en nuestra nación así como en Guatemala y México.

    Las soluciones poco a poco dejan de ser locales y se convierten en decisiones multinacionales, de esta forma El Salvador debe ampliar y profundizar su lucha contra este flagelo junto a naciones de Norteamérica y Suramérica.

    Ante la amenaza: “plomo o oro” que usualmente sirve de coacción en diversos niveles, la mejor respuesta es que la Justicia funcione, porque vamos perdiendo la confiabilidad en el sistema político, poco a poco el Estado de Derecho solo favorece a quienes pagan los mejores abogados y no  a quienes han sido perjudicados.

    Desde hace unos años, a pesar de la indignación popular por atropellos a personas inocentes y delitos de toda naturaleza como asesinatos, los presuntos delincuentes son liberados… lo cual convierte a la justicia en un instrumento dudoso que no lucha a favor de la institucionalidad de la república y provoca desconfianza general.

    De continuar así en pocos años el mayor daño será para la democracia y la paz, como acontece en otras naciones, por esta razón es positivo buscar una amplia cooperación con las naciones involucradas sobre el tema en todos los rubros posible, puesto que el capítulo del narcotráfico en El Salvador, ya parece una nueva epidemia; por esta razón fortalecer la alianza con Estados Unidos y la cooperación en este tema es  un objetivo estratégico en este quinquenio.

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  • Democracia y grupos irregulares armados

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    Caralvá

    Todo puede suceder en una campaña electoral, con situaciones tan extremas que nos hacen olvidar el ciclón de la recesión económica que nos llega de Estados Unidos de América.
    Las armas en manos de grupos irregulares y al margen de la democracia, simplemente no pueden existir en la naciente democracia salvadoreña.
    En pocas ocasiones hemos observado un acuerdo máximo de la clase política para solicitar la investigación de estos grupos irregulares y anti-sistema, pero ¿a quién favorece esta situación? En realidad a nadie que viva legalmente y acepte la democracia.
    Las armas en democracia solo pueden tener el referente constitucional y no existe más legitimidad que las leyes de la República, este es el acuerdo social a partir de 1992, que ha inaugurado un nuevo modelo de representación y participación.
    El modelo democrático ha permitido a diversos grupos y actores sociales un protagonismo que en otros momentos era solo una fantasía infantil y los resultados permiten al menos compartir el concepto que el mejor impulso de cambio social no es la lucha armada, sino la construcción de la democracia, la cual no es perfecta, pero permite al menos la co-existencia de ideologías excluyentes.
    La existencia de grupos armados al margen de la ley, es potenciada por la descomposición social, porque nuestra sociedad empobrecida por diversos motivos no puede integrar a miles de jóvenes que son atrapados por bandas delincuenciales con discursos “oportunistas” de vida fácil y sin esfuerzo individual, pero tiene resultados catastróficos, como lo observamos en las tristes historias de las penitenciarías nacionales.
    Otro factor que puede motivar este esquema antisocial, es el rechazo a la democracia representativa y presidencial. Este pensamiento se coloca al margen de toda legalidad, es un esquema de autoexclusión y sin referente político. Recuerda esquemas derrotados históricamente que ya no tienen lugar en el siglo XXI.
    Debemos ser claros sobre el tema de las armas, solo la Fuerza Armada tiene el patrimonio constitucional sobre el tema. Si existiesen grupos irregulares en crecimiento y en expansión como grupos antisistema, estos responderán a las leyes de la República.
    Vivimos un pluralismo polarizado, donde las distancias ideológicas de las instituciones políticas en lugar de acercarse se alejan y casos como el citado nos hacen reflexionar sobre el futuro de la nación.
    El tema es en extremo sensible, porque ninguna institución política puede favorecer grupos armados irregulares en una democracia, es muy riesgoso para el sistema democrático y en general para los que confiamos en la institucionalidad a partir de 1992. La institucionalidad debe funcionar, sobre ella recae el futuro de la nación.
    El objetivo de la sociedad es construir una extensión natural del derecho hacia la política, donde nacen y mueren estas discusiones y los grupos armados irregulares simplemente no tienen ningún derecho a existir.
    Evidentemente encontrar una solución histórica a este tema es una demanda popular.