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Hacia una nueva política exterior

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Caralvá

Con mucho agrado recibimos la noticia del cambio de objetivos en las relaciones exteriores en nuestra nación, puesto que ese rubro olvidado no en pocas ocasiones ha humillado a amplios sectores democráticos. Las antiguas relaciones internacionales contienen acciones que en tiempo y espacio no son defendibles.  Entre esas perlas de acciones diplomáticas ejecutadas hace algunos años tenemos:  el apresurado reconocimiento a los golpistas en la República Bolivariana de Venezuela (11 de abril 2002),  la notable ausencia de nuestro primer ciudadano en el funeral del Papa Juan Pablo II (2 de abril 2005), nuestro alineamiento a favor de la guerra de Iraq (Julio 2003), la ausencia de una política institucional a favor de los emigrantes (1980-2009), la persistente negación a establecer relaciones diplomáticas con muchas naciones con las cuales ya se tenían acciones comerciales, las acciones de algunos representantes internacionales realizando política partidaria en naciones amigas y otros ejemplos divulgados por la prensa internacional asociados a ilícitos conocidos por la opinión pública. Al final de estas actividades se encuentra la historia nacional  y la geopolítica asociada a regímenes autoritarios y otros tan conservadores que no ocultaban su apoyo incondicional a esquemas reñidos con la democracia, no es fácil cambiar una imagen en tan pocos años, menos cuando la historia nacional no es un símbolo de unidad. 

La historia de las naciones refleja su concepción de política exterior.

Unido a la historia se encuentra el nexo comercial, la condición geográfica, la identidad, las guerras internacionales, las poblaciones económicamente activas y recientemente el narcotráfico. Si la nueva política exterior incluye el comercio, turismo, inversión, cultura y  cooperación (Diario CoLatino 7 Dic. 2010) no debe omitirse el valor significativo de esta etapa democrática que permite por primera ocasión en la realidad salvadoreña un gobierno de izquierda con apertura internacional y la  oportunidad de consolidar una nueva imagen de estabilidad interna.

Es oportuno proclamar que nuestra nación debería orientar su política exterior por principios históricos y no por tendencias partidarias.

Los principios en política exterior deberían ser parte de nuestra unidad nacional en franca coincidencia entre los partidos políticos, desafortunadamente si retrocedemos en el tiempo el legado del autoritarismo, junto a la ruptura democrática además de la guerra civil, deja como saldo muchas dudas respecto a las desviaciones de nuestras relaciones internacionales.

La vocación de las naciones hacia la autodeterminación, cooperación, igualdad jurídica y otros, terminan en la conjunción de nuestros intereses hacia la reciprocidad en la acción.

A pesar que existen nuevos factores a considerar como  el narcotráfico o  las estrategias dinámicas y realistas de la emigración salvadoreña, los elementos de diálogo y respeto entre las naciones deberán prevalecer, debido al carácter multinacional de estos dos elementos.

La defensa de los intereses nacionales en todos los planos internacionales es el gran desafío de las relaciones internacionales, condición que bajo los nuevos signos de apertura democrática permitirán construir la nueva imagen de nuestra nación en paz social.

Es un momento oportuno para construir un nuevo rostro de relaciones internacionales, diferente a los últimos 20 años de gobiernos conservadores.

www.cesarramirezcaralva.com

 

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