Caralvá
“En El Salvador la democracia es revolucionaria”… esas palabras pronunciadas en los años sesentas o setentas resumían una aspiración ciudadana en plena era de la dictadura militar.
En tiempo de la guerra civil, significó para muchos la insignia del diálogo-negociación, condición poco comprendida y combatida por los sectores militaristas, pero que se abrió paso en el transcurso del tiempo para convertirse en realidad… muchos años después.
Durante los tiempos de posguerra se convirtió en la construcción de la participación ciudadana en la nueva legalidad nacional, junto a modelos de organizaciones electorales, civiles, organismos no gubernamentales, estructuras comerciales, académicas, financieras, relaciones internacionales etc.
Finalmente bajo una nueva administración y en el siglo XXI, quizás convoque a movilizar a los ciudadanos hacia los límites de la institucionalidad por una sociedad incluyente y participativa, la cual necesita al menos 100 años de estabilidad política.
Pronunciadas por Guillermo Manuel Ungo, a lo largo de mucho tiempo significó una bandera que identificó a cientos de ciudadanos en la cotidianeidad de los fraudes electorales, la solución política a la guerra y la construcción de la participación ciudadana en eventos electorales.
Así como esa frase nos comunica una visión del mundo, así continúa la vigencia bajo nuevos criterios en el camino de la construcción de una nueva nación, puesto que nuestro horizonte de ejercicio democrático es realmente novedoso, si lo comparamos con otras naciones y su envidiable estabilidad y no como la nuestra que se desequilibra en cada evento electoral o crisis institucional. En realidad durante los próximos años la única revolución vigente será la democracia a condición de la institucionalidad de la República.
Esas palabras por modestas que parezcan pueden considerarse un legado de la Revolución Francesa, es notable que Isabelle Albaret en 1798 refiere 418 palabras nacidas al amparo de ese magno acontecimiento social, entre ellas: “Demócrata (el que estaba –a diferencia de los aristócratas- a favor de la Revolución”.
Aquella frase pronunciadas durante años por Guillermo Manuel Ungo en diversos foros nacionales, resumía un criterio de política teórica y práctica destinado al pueblo en el mejor estilo de los clásicos: Voltaire, Erasmo, Gracian.. etc.
De igual forma en El Salvador recibía la aclamación del pueblo en las plazas de: ¡VIVA! Similar a otras como: oligarquía, imperialismo, dictadura y algunos nombre propios etc… con lo opuesto.
Me parece que la palabra más pronunciada durante el siglo XX y probablemente durante el siglo XXI en nuestra nación es: Democracia… condición que implica un largo trayecto hacia modelos de naciones o humanidades, que son realidades: económicas, sociales, institucionales que nos inspiran hacia el futuro.
La vida de Guillermo Ungo es un complejo de interacciones sociales en tiempo y espacio, destacar una frase en realidad es un ejerció modesto para tan magno ejemplo político, pero afortunadamente existen otras personas que han destacado sus valiosos aportes en otros rubros.
Y si al transcurrir el tiempo en las plazas o en las redes sociales observamos la frase: “En El Salvador la democracia es revolucionaria”, podremos recordarle, junto a la vigencia de la realidad posible.
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