César Ramírez
@caralvasalvador
La nación necesita un nuevo modelo de Iniciativa Privada, que considere a los trabajadores su principal activo, además con un sentido fundacional hacia el Siglo XXI orientado en el objetivo estratégico de la inversión nacional. La imagen del sector privado es de confrontación permanente contra el sector gubernamental, específicamente los últimos cinco años sus mensajes son políticos, contrarreformas, crispantes, con una exagerada visón catastrófica donde viajamos hacia el abismo sin ninguna posibilidad, aún están frescas la palabras: “solo un loco puede invertir en El Salvador”, además las declaraciones incendiarias de la última campaña electoral, etc., etc., estamos tan sensibles al tema de la Iniciativa Privada que cualquier crítica hacia esa entidad parece un pecado mortal, como si no viviéramos en una nación plural, tolerante, multicultural y democrática. Un poco de historia nos haría recordar la confrontación de la Reforma económica de la Democracia Cristiana en los años ochenta, luego la resistencia de un sector conservador que años después ejecutó la contrarreforma del sector financiero, así los bancos regresaron a una verdadera élite de poder y sus huellas aún son visibles en la sociedad, posteriormente así se transfirieron enormes cantidades de dinero a Costa Rica en el caso Finsepro-Insepro y recientemente la historia se repite con un banco salvadoreño en operaciones sospechosas. Si continuamos con los ejemplos la última campaña electoral es significativa, pero si nos proponemos cambiar el lenguaje: amigo-enemigo para eliminar la confrontación permanente, debemos ampliar la visión hacia un concepto nacional de: “conciencia de desarrollo”, aunque esto parece un espectro inmaterial e infantil, si la nación no construye un concepto de unidad y consciencia de trabajo entre los sectores: Gubernamental, Iniciativa Privada, Trabajadores, Comunidades etc., todas las profecías apocalípticas que conocemos serán una realidad. Es usual culpar al Gobierno de todos los males, pero no es usual preguntar sobre la responsabilidad de la Iniciativa Privada en campos como: Seguridad, Desarrollo Local, Educación, Inversión Social, Oportunidades para jóvenes excluidos etc. La ausencia de la consciencia de unidad nacional nos lleva a la confrontación permanente, ésta consciencia debe observarse en temas como: solicitar la inversión internacional norteamericana en muchos niveles. La política fiscal no debe ser es un tema sensible, crispante y explosivo, de igual forma en: pensiones, sistema tributario, transparencia, inversión local y un largo recuento de intereses compartidos entre gobierno, iniciativa privada, trabajadores, que tienen como denominador común la pérdida de confianza entre unos y otros. Para construir la confianza se necesita “delegar responsabilidades” entre los sectores interesados, pero si no existe ningún modelo de participación, ni siquiera un mínimos concepto de conciencia por el desarrollo, nuestra realidad es muy desalentadora. La iniciativa privada necesita planificar sus proyectos a largo plazo, el gobierno necesita consolidar sus políticas tributarias, los trabajadores necesitan aumentar su nivel académico y humano, esta condición se traduce en una nación competitiva, que necesita demostrar que un producto local tiene calidad demostrable en todo el planeta. Me parece que ese es el camino, pero los sectores nacionales de trabajadores, iniciativa privada y gobierno tienen la palabra.
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