César Ramírez
El próximo año se cumplirá un cuarto de siglo del Acuerdo de Paz, para nuestra generación no existe evento más trascendental que celebrar una nueva legalidad, un nuevo proyecto de nación, la apertura democrática que significó un alto costo de sangre de los salvadoreños.
Será un año difícil, por la referencia de Estados Unidos hacia nosotros cuando los republicanos ganan la presidencia, así en los años ochenta del siglo pasado Ronald Reagan en su primer mandato arreció la guerra en forma tal que llegó a significar un millón de dólares diarios para sostener nuestro conflicto, muchas vidas se habrían ahorrado si el 1979 la oportunidad de un gobierno democrático hubiese triunfado, pero no sucedió, de tal forma que el daño irreparable a nuestra sociedad sigue veinticinco años después, ahora con un gobierno constitucional y democrático.
Debo anotar que los términos de izquierda y derecha como calificativos a mi entender no son suficientes para identificar las tendencias políticas del Siglo XXI, se trata acaso de una visión sobre la democracia o sus discursos partidarios sobre aspectos económicos, administrativos, sociales, educativos, impuestos etc., que afectan a los trabajadores y a los propietarios de los medios de producción, esa condición ha cambiado en los últimos años, mientras el concepto democracia de los siglos pasados está ampliada o reducida por las comunicaciones masivas… ahora existe un factor que niega esa integración ciudadana, es la propiedad privada ampliada en opinión pública, esencialmente los medios de comunicación; la democracia se encuentra secuestrada únicamente en el proceso electoral, después de ese evento los ciudadanos son simples espectadores de las decisiones que toman los políticos en diversas instancias, en determinado momento esas decisiones destruyen a la nación, tal es el caso de los empréstitos que se requieren para evitar el impago del Estado ¿esa acción es una decisión es de izquierda o derecha?... Así hemos arribado con esa vieja herencia de la guerra de calificar todo bajo esa óptica sectaria, esa negación al bien de la nación es violencia, es agresión a la inteligencia, finalmente es perversa contra los trabajadores.
Dentro de poco tiempo habrán transcurrido veinticinco años de ese Acuerdo de Paz, un balance significa: veinte años de gobierno de ARENA y siete del FMLN, la resultante es desigual, puesto que un cambio cultural y social es de largo plazo, en ello se necesita una visión de nación, de unidad, de nuevos acuerdos que son superiores a los calificativos de izquierda o derecha.
En el pensamiento de los ciudadanos, en su vida cotidiana, en su actitud de combate a la injusticia y la defensa de las instituciones que ejercen la seguridad nacional, existe el apoyo absoluto hacia éstos organismos que protegen la vida de los ciudadanos honrados; si agregamos la urgencia de estabilidad económica, salud, educación, me parece que nadie se opondría excepto a quienes desde su nivel delincuencial les conviene.
Nadie lucha por disminuir su libertad, nadie se opone ¿por qué entonces negar el desarrollo nacional con acciones que afectan a los trabajadores como aumentar el salario mínimo?.
Las perspectivas para 2017 a pesar de todo, son optimistas, se trata de oponernos a la desmoralización, al temor del futuro, a la violencia cotidiana, de preservar nuestros valores ciudadanos, de vencer al infortunio, en una palabra de ejercer la solidaridad entre la ciudadanía y los trabajadores.