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I aniversario San Salvador

  • Marcel Marceau (…) El Salvador

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    Caralvá

    El teatro presidente en El Salvador, estaba completamente lleno.
    El público atento no ocultaba su ansiedad por “Bip”, el personaje vestido de marinero, con su cara pintada y sus movimientos expansivos que incluyen la sonoridad estruendosa de un mimo.
    Existe ese silencio sonoro, cuando las palabras sobran, incluyendo la música que tiene otra variedad de silencios que apenas distinguimos por la velocidad de los tonos o semitonos. En nuestro mundo de letras éste es un silencio: (…) pero no es el único, porque en cada palabra existe una referencia al silencio de cada vocal no impresa, su ausencia es otra cadencia, pero el lenguaje del silencio en Marcel Marceau era un dibujo de colores bajo su traje blanco, con esquemas geométricos que comunican sonidos en movimientos.
    En el escenario… Bip emerge, escuchamos su respiración, mientras observa al público con paso lento, camina mucho más despacio que cualquier mortal, sin prisa, poco a poco opta por una posición semi-encorvada, con sus manos juntas casi pegadas a su cuerpo, mientras, sigue el ritmo de manos, torso, piernas, en una cadencia de flexión frente a su pecho, que eleva poco a poco y su rostro sigue una esfera imaginaria sobre su cabeza.
    El movimiento descriptivo avanza ascendente, realiza una pequeña flexión y la oculta bajo sus brazos, pero al momento de su máxima extensión hacia atrás, se abren y recobran su naturalidad frente al auditorio, poco a poco imitan el aleteo de un ave, que levanta vuelo y evade la mirada. Se aleja…
    Bip ahora es una figura de niño que se distingue por sus pasos cortos y su radiante rostro ante el descubrimiento de figuras aladas, el pequeño camina por el mundo y nada es conocido, todo tiene un movimiento y está dotado de vida, incluso las rocas, las paredes, el campo, la luz, las pequeñas sombras, cuando crece aquella animación comienza a disminuir la intensidad y emerge un joven que desafía al mundo, que lucha por su identidad como muchos otros y canta, pero también se enamora, se transforma en un ser social, con el paso del tiempo, llega la vejez que obliga a un ritmo pálido con muros creados en la prisión cotidiana; el mundo se llena de límites para un hombre que los derribó desde su niñez, los muros obligan al paso lento, al cambio postural, al dolor del olvido y al abandono, aquél mimo con sus mensajes corporales envió el mensaje correcto lleno de emotividad y canto a la vida. El auditorio aplaude.
    Luego Bip con su traje de marinero, apareció con su viejo sombrero de copa y una delicada flor roja oscilante, esa pequeña flor anárquica no respeta movimiento, actúa sola, extendida de un raído sombrero de copa, su función distal acompaña otro pensamiento, pero en su extremo vital, canta con su fragilidad su propio poema.
    En otro cuadro, Marcel Marceau dentro de BIP, comenzó su sinfonía atonal, desplazándose contra el viento, bajo una ventisca que no solo es capaz de tirar su humanidad, sino que prueba su voluntad, se puede escuchar en su distancia el sonido de truenos y si pones atención relámpagos, entonces como buen marinero sabe guardar sus energías para soportar un huracán, sabe esperar la calma, bajo la calma de sus sueños, entonces para no oponer fuerza a la fuerza, observa como vigía de estrellas al mundo desde su unidad silenciosa. Entonces fiel a su voluntad, lucha contra el viento y éste le impulsa hacia atrás, la vista se confunde y Bip ejecuta esa “marcha contra el viento” que luego Michael Jackson tomaría como símbolo, el “moonwalk”.
    Aquella noche, Marcel Marceau visitó la ciudad, nosotros acompañamos su presentación desde la distancia, entre la multitud, en ocasiones es suficiente para comprender que el genio visible, no necesita palabras para comunicar todas las emociones del mundo, principalmente la alegría de vivir y compartir con nosotros su felicidad por el arte.
    Marcel Marceau (…) El Salvador I Aniversario.

    Adiós a la luz en primavera,
    El sonido del silencio en la ciudad
    Imagen transmisible con un solo movimiento
    La memoria acaricia el recuerdo.


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