Caralvá
Con las lluvias que provocan tantos daños, es necesario considerar un cambio en los objetivos anuales de nuestra sociedad en muchos rubros.
Las tormentas afectan nuestros productos agrícolas, las zonas costeras, daños en sitios urbanos, carreteras, aumentan las epidemias, daños los vehículos, accidentes, las zonas habitacionales populares sufren con las cárcavas etc. en general el golpe de la naturaleza afecta a toda la sociedad.
La vulnerabilidad de nuestra infraestructura hace visibles zonas urbanas que ahora pueden considerarse áreas inhabitables, con las consecuencias dramáticas para muchas familias pobres, de tal forma que la reorientación de recursos hacia la atención de esos ciudadanos afectará el presupuesto nacional.
El desafío es enorme para la nación, tanto que los cálculos de inversiones en infraestructura, desarrollo humano, reconstrucción etc., implica muchos meses para recuperar el nivel previo de este fenómeno lluvioso, pero a lo mejor es el momento para unir a la nación ante tanta calamidad pública.
La solidaridad es un recurso que unifica a la nación, es el momento de concretarla en toda la escala social; así como se unen los criterios para enfrentar a la delincuencia, así debemos enfrentar estos fenómenos naturales.
La solidaridad también puede ser multisectorial puesto que debemos adaptarnos a los cambios climáticos bajo nuevas formas culturales, estos cambios deberán ser en las formas agrícolas para producir cultivos factibles de alta humedad o innovaciones tecnológicas para prevenir accidentes.
Tal parece que los cambios que se necesitan con estas calamidades son de ayuda humanitaria a costa del desarrollo local.
Este fenómeno natural obliga a considerar los daños permanentes y estructurar soluciones posibles, nos impone una Racionalidad Pública novedosa por los efectos masivos en las poblaciones urbanas, pero apenas estamos en el mes de julio y la época lluviosa termina en noviembre, lo cual aún es un largo camino por recorrer.
Así que adaptarnos a este nuevo elemento será un nuevo factor para evitar que el subdesarrollo se profundice.
Debería considerarse el trabajo domiciliar como potencial sustituto para áreas educativas y la implementación de enseñanza a distancia para salvar a los alumnos de tanta exposición con las lluvias, de igual forma a ciertos sectores profesionales que puedan realizar sus labores por medio de envío de datos desde sus residencias.
Este fenómeno nos impone un cambio cultural, adaptarnos en toda la línea de producción quizás evite mayores consecuencias económicas.
También en estos momentos se requiere un pacto de la clase política para coincidir que los cambios de rubros presupuestarios son necesarios y a lo mejor las metas anuales no se lograrán.
El panorama no es alentador, las lluvias beneficiosas en otros tiempos ahora provocan más pobreza y la famosa “causalidad circular”, donde la pobreza esclaviza a las poblaciones desde sus propias áreas habitacionales riesgosas, lo cual por el momento no tiene salida.
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