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recuerda españa 14

  • La primavera salvadoreña, recuerda España (14)

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    Caralvá

    Día 13 (11 días antes del 10 de mayo)

    Me encuentro con libros del siglo pasado, el más pasado de los siglos..
    Sus poemas con nostalgia a tranquilidad sangrienta, con cinismo al nombrar mulas, carretas, charcos, monedas de plata, pan dulce y fusilamientos industriales.
    Tienen pedazos de almas selectas, con voz a guitarras y prados, polvorientas veredas y el sexo más candoroso imaginable, el que atrapa piel con piel… el básico.
    En ocasiones los poemas y relatos son fascinantes, con abuelos transatlánticos pero aventureros. Libros con secuencias del presente, fechados ayer, historias delirantes que hablan de mis pasos, -pobre de mí-, siempre llegando tarde incluso a mi propia historia.
    En estos días de primavera por cualquier razón recuperas la memoria, claro que no es una acción exclusiva estacional, solo recurrente en primavera, especialmente por las masivas enfermedades tropicales.
    La rebelión de un virus H1N1 evoca tantos malos espíritus como Dante en el infierno.
    Algunas deidades tienen por objetivo recordarnos nuestra mortalidad más próxima, pero los mismos libros nos hablan de guerreros que resucitan.
    Asistimos a eventos jamás observados, una pandemia que cruza los mares y fecunda núcleos de virus sobre las naciones, el canto de la muerte sobre las poblaciones como campana que todos escuchamos y alertas mundiales que desnudan nuestra intemperie.
    La humanidad pasa por estos fenómenos cada cierto tiempo, ahora parece que esta condición viral pretende acabar con todos, estamos indefensamente protegidos por nuestra razón y estas enfermedades al menos tienen una virtud insospechada, provocan la unidad de las naciones como pocas veces en todos los tiempos, un virus invoca el sentimiento más primitivo de la humanidad: la solidaridad, el reconocimiento entre iguales, la comunión de la especie en peligro, el instinto de supervivencia.
    El idioma común es la cooperación y con dolor observamos las muertes en México, Estados Unidos y otras naciones.
    Quizás este virus nos ayude a comprender que no importa si una nación es más fuerte que otra en diversos aspectos, un solo virus es capaz de destruir cualquier proyección de las naciones más arrogantes, es tiempo de comprender que la cooperación entre las naciones es la respuesta a la enfermedad viral y a la peste de la pobreza.
    En siglos anteriores han ocurrido epidemias similares, pero no existía cooperación ni ayuda internacional, ahora al menos los esfuerzos pueden coincidir hacia las zonas más afectadas.
    Si los viejos libros hablan de mortandades por fusilamientos militares, de cadáveres flotando en ríos navegables, de restos humanos apilados como trozos de madera, con ese dolor palpitante y sonoro con sus reclamos, ahora del pasado solo quedan los números desastrosos, ahora la información tranquiliza un poco la imaginación.
    No es el fin del mundo, es el fin del asilamiento social de las naciones, es el inicio de la comprensión global por una sociedad de naciones plenas de cooperación, no solo ante el infortunio, también ante un nuevo mundo pleno de solidaridad.
    Y ese viejo texto que invoca mi (nuestra historia) tiene al menos el signo reconfortante del que venció a la muerte.


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