Caralvá
En realidad necesitamos un modelo de “acuerdos mínimos políticos” para conducir a la nación hacia “acuerdos extensos”, aunque en este momento eso es un sueño, porque un acuerdo entre partidos políticos, es lo mismo que tratar de unir el agua con el aceite.
Los acuerdos mínimos son las herramientas que podrían aliviar las grandes demandas de las poblaciones, entre ellas: el costo de la gasolina, la delincuencia, el crimen organizado, el gasto público, el sistema de pensiones etc., porque estos elementos estarán presentes cualquiera que sea el gobierno de turno.
La pregunta básica es como construir un modelo aceptable para los diversos partidos políticos, un modelo propositivo que no provoque la desconfianza en los opositores, que en forma audaz no contenga planteamientos ideológicos, sino pragmáticos, pero que tenga la suficiente sutileza para evitar imposiciones doctrinales.
La sociedad salvadoreña casi olvida la palabra moderación, porque nuestra clase política solo se usa: “todo o nada”, así la mayoría de veces terminan en nada, en otras en algo.
Es muy preocupante que por los mecanismos constitucionales, muchos grupos sociales, fuerzas políticas, asociaciones, etc., apenas puedan pronunciarse en medios de comunicación sin que eso signifique un cambio en las principales fuerzas parlamentarias.
A lo mejor es urgente colocar en primer plano la crisis económica y dejar en un segundo el político, porque la crisis energética coloca a las grandes poblaciones al borde de estallidos sociales, sin olvidar que algunas acciones que deben tomarse no son populares, entre ellas el control del gasto público porque cada vez que se emplea este recurso lo que está en juego es el futuro nacional.
En la búsqueda de acuerdos mínimos, el problema no es conciliar un plan, sino el papel que un buen gobierno debe asumir al tomar decisiones que son impopulares incluso con su propio partido y en la oposición la renuncia a esquemas “inamovibles” incluyendo por su puesto a sus partidos.
No es posible que la nación deba esperar años para que se resuelvan las necesidades de las poblaciones por falta de acuerdos políticos, en realidad esto es un fallo democrático, la ciudadanía no está facultada para pedir resultados a los diputados una vez iniciada su gestión, mientras el hambre de un desempleado, un pensionado o un emigrante no esperará la decisión de los políticos por los cuales votó.
Al escuchar a los diversos actores económicos, sociales, jurídicos, etc., uno puede preguntarse ¿cuáles son sus objetivos? ¿quiénes se oponen a lograr acuerdos mínimos económicos o políticos? Nadie se esfuerza por una nación con infinitas luchas internas, nadie desea propiciar el caos eternamente.
A lo mejor lo que vivimos simplemente es la herencia negativa de la guerra civil, condición que debemos cambiar hacia esquemas de solución con “ventajas mínimas”.
Pero es urgente comprender que existen problemas de extrema gravedad como el desempleo, la crisis energética, la salud, las pensiones y muchos más, que requieren urgentes soluciones entre poblaciones, grupos y dirigentes sociales, sin olvidar que lo más importante es el ciudadano común y corriente como nosotros.
http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=3669