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Libertad no se escribirá con sangre

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Caralvá

Los motores del cambio social ya no son las revoluciones, sino la descomposición social provocada por las relaciones comerciales internacionales, el precio del petróleo, las migraciones, la pobreza estructural, la diferencia de ingresos entre asalariados e instituciones privilegiadas, la galopante corrupción, incluso un antiguo y olvidado elemento griego el thymos: el alma o principio vital de autoestima, dignidad etc.
¿Qué caso tiene hablar de dignidad en estos momentos? Porque la sociedad no solo tiene deseos o razones sobre la realidad, sino que también autoestima.
Cuando algunos personajes destilan insultos contra otros ciudadanos en diversos medios de comunicación, no solo insultan a una persona, también denigran la inteligencia social de la nación, ellos tienen como objetivo perpetuar privilegios históricos o su visión particular de “amos-esclavos”.
En este escenario no queda otra alternativa que visualizar nuestra realidad (relación) como: “amos y esclavos”, como ya lo escribió Thomas Hobbes (1588), porque cuando el hombre se da cuenta que no puede seguir viviendo en un estado de guerra civil continua, acepta la primera ley de la naturaleza que reconoce la vida del prójimo, y con este paso abre un segundo principio de acuerdo (social) que garantiza: la paz. De estos principios a la actualidad han transcurrido casi 4 siglos. Este elemento (relación) amo-esclavo no es gratuito, se divulga, propala, acuña, en las multitudes como un principio “normal”, porque el acuerdo social no es horizontal, sino que existe un hombre que triunfa y otro que se somete; no obstante los esclavos racionalizan esta condición y la expresan, ahí están en diversas manifestaciones libertarias de la humanidad en todos los tiempos sociales. En la sociedad humana la insatisfacción de los esclavos será permanente, al tratar de evolucionar los sistemas políticos y conducirlos a la perfección de la humanidad, aunque suenen a pecados mortales.
La autoestima entonces se convierte en un valor diferente a los comerciales, porque este valor reside en el trabajo asalariado, esa condición que acepta las reglas del juego histórico, pero que asume la visión del cambio hacia una sociedad plena de libertad.
A pesar de no poseer soluciones fáciles a esta ecuación, porque nuestro esquema de jerarquías impone signos diferenciales, al menos podemos reconocer que sobre la armonía y la paz el mundo transita hacia un orden internacional diferente.
Quizás la ecuación amo-esclavo vivirá hasta que finalice la humanidad, pero eso no implica que los pueblos opten por la libertad a su favor, esa libertad que exige justicia para todos, libertad por las reformas estructurales o la misma que proclama los derechos universales, que acá parecen ficción.
Al menos esa libertad no se escribirá nunca más con sangre de inocentes, ni con guerras, ni Golpes de Estado.

http://www.diariocolatino.com/es/20071004/opiniones/47763/

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