Caralvá
Las historias de las tragedias de los emigrantes, se parecen cada vez más a una contabilidad de guerra política, una guerra de emigrantes contra la pobreza en sus naciones de origen, una desesperada lucha contra el destino anunciado a su generación y las realidades de su entorno, versus una leve esperanza de cambio en Estados Unidos de América u otras naciones de primer mundo.
Son conocidos los motivos migratorios: conflictos sociales, trabajos temporales, residencias permanentes en otra nación, incluso recientemente: las extorsiones, secuestros y accionar de las bandas criminales denominadas “maras”, que obligan a la ciudadanía a emigrar y en esta decisión “forzada” se involucra a terceros países.
La migración de Centroamérica involucra a México, la emigración de Suramérica y otros continentes involucra a Centroamérica, estos elementos del emigrante no pueden observarse aislados porque deben considerarse el origen, tránsito y destino de miles de personas que huyen de sus naciones.
La migración es una especie de guerra irregular.
En cierto momento debemos preguntarnos si existe un Tratado de Libre Comercio: ¿Por qué no realizar un Tratado de Libre Migración?.
La ausencia de un Tratado Migratorio entre nuestras naciones genera miles de injusticias para los emigrantes, que abandonan sus tierras porque simplemente las políticas estatales no contemplan rubros tradicionales en sus trabajos generacionales.
Cuando una persona opta por la migración ilegal en Centroamérica y otras regiones del continente, asume una condición de pobreza material, consciente o inconscientemente se ubica en un estado de marginalidad social, además percibe un deterioro en su concepción de justicia, se convierte en una persona desesperada por escapar de la realidad…
Esta condición de deterioro no termina con sus esperanzas, pero en su afán migratorio a cualquier costo, los emigrante se exponen a vejámenes inhumanos, abandonos en pleno desierto, asfixia en vagones de trenes, muerte en compartimiento de camiones, lanzamientos en alta mar, vejaciones sexuales, físicas, robos, mutilaciones, incluso ahogamiento en represas mexicanas, como el reciente caso: al encontrarse atrapados en pequeños espacios de un camión de electromésticos, un camión de traficantes se hundió 20 metros en aguas de una represa llamada: La Angostura... etc.
Las frías estadísticas muestran que cada año transitan 500,000 centroamericanos de México hacia Estados Unidos, solo en el año 2007 en la frontera sur de México, fueron detenidas 183,000 emigrantes, 84,000 guatemaltecos, 58,000 hondureños y otros tantos salvadoreños…
Es previsible que el flujo migratorio aumentará en la misma proporción que la recesión económica, con números de tragedias similares a los anotados, pero ¿qué hacer?, si gran número de nuestra población está condenada a emigrar, lo menos que podemos hacer es solicitar un Tratado Migratorio para potenciales trabajadores temporales, un Tratado que dignifique a los emigrantes y no les condene a la peor condición migratoria: desaparición física, sin rastro alguno.
Al menos un Tratado Migratorio normará este vacío legal internacional, que solo provoca corrupción, crimen organizado y vergüenza a la humanidad.