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Ante las extorciones

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Caralvá

Las extorsiones son una plaga del siglo XXI, ahora usual en El Salvador.
A diario los ciudadanos se quejan de robos, pillajes, amenazas, saqueos a residencias o negocios, ventas de estupefacientes en sitios públicos, reclutamiento de menores por coacción, todo bajo las nuevas formas ilegales denominadas: maras.
Existe un abanico de soluciones, pero las más apropiadas son las relacionadas con la educación de los jóvenes, en la prevención de la violencia.
Además de comprender el fenómeno social de estas bandas delincuenciales, el estudio y divulgación del fenómeno por medios de comunicación debería ser una constante de campañas ciudadanas, puesto que no existe un día que la ciudadanía viva tranquila sin temer por su vida o sus bienes.
No es exageración afirmar que muchos puntos de la ciudad viven en acoso permanente de estas bandas delictivas. Estas bandas usan los microbuses para delinquir, se observan microbuses en los alrededores de la Terminal de buses de occidente realizando circuitos extraños hasta el Hospital Roma, interceptando a otros microbuses y amenazando a otros conductores, sus ocupantes se ocultan en el piso del microbús y de nuevo retornan al circuito de maldad, existe temor de la denuncia, algunos denunciantes han sido asesinados, otros han logrado con éxito su cometido descubriendo a “personajes judiciales” que cobran extorsión, en franca complicidad de malos policías.
Estudiar y divulgar los resultados, campañas mediáticas y de nuevo estudiar la evolución de este fenómeno asociado al narcotráfico debe ser una acción permanente de la sociedad, estas campañas deberían ser predicadas desde los altares de la patria hasta los altares más celestiales de todas las religiones, sin ninguna restricción porque está destruyendo los valores que han originado a la nación: Dios, Unión y Libertad; si piensan que es exagerado, preguntemos a los ciudadanos extorsionados que a diario reniegan de su seguridad y prefieren emigrar a Estados Unidos por el temor de represalias.
Hace unas semanas la televisión norteamericana reveló un programa sobre este fenómeno social en Los Ángeles, California, donde los jóvenes de 12 años son reclutados y engañados por este sistema delictivo; estos jóvenes obligados a delinquir en poco tiempo no pueden escapar de la red del mal, en San Salvador la situación parece ser un espejo de aquella gran urbe.
Con satisfacción observamos la veda de armas en lugares públicos y tenemos referencias de ciudades suramericanas donde se establece un Estado de Sitio para Menores de edad, a fin de cuentas los menores de edad ¿qué pueden aprender en las tabernas?.
Ante las extorsiones lo mejor es la denuncia, la educación corresponde al Estado, a los ciudadanos no les corresponde tomar la justicia en sus manos, porque sería la perfecta excusa para eliminar inocentes a nombre de calumnias.
La racionalidad pública, elemento olvidado de la nación debe considerar la educación preventiva de la violencia como acción estratégica, al igual que los alimentos y los empleos en esta época de crisis.

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