Caralvá
Ayer por la noche casi no dormimos celebrando junto a miles de personas en el mundo, la liberación de 15 personas retenidas en la selva de Colombia, entre ellos 3 norteamericanos.
La transmisión mundial del evento unió a los medios de comunicación internacionales, interrumpiendo programaciones regulares e inundando el Internet con avances del proceso.
Los dramáticos relatos, junto a la brillante acción militar no dejan duda del ingenio de tal acción, fue transmitido durante horas ininterrumpidas por los canales internacionales en vivo, condición que podemos agradecer por el momento histórico sucedido.
Ayer 02 de julio será recordado como un día memorable para la libertad.
Ingrid Betancourt fue liberada de su prisión en la selva y junto a ella 14 personas más recobraron su condición ciudadana y el retorno a su vida en familia.
Prisioneros de las FARC durante muchos años, sus vidas se convirtieron en símbolos de la humanidad por la liberación de las personas que son retenidas contra su voluntad en precarias condiciones.
Este día asistí a una pequeña iglesia, para agradecer tal evento, son pequeñas acciones que nos recuerdan que a fin de cuentas la vida de una persona es un privilegio, ignoro si el buen Dios reconocerá mi agradecimiento, pero igual me siento muy feliz que al menos 15 personas de este mundo puedan compartir estas pequeñas cosas tan naturalmente como nosotros, rezar con libertad, respirar la vida, compartir una esperanza por un mundo mejor, esas menudencias que a diario tenemos.
Los colombianos no saben que con esas acciones el pensamiento democrático se fortalece en el mundo, pero nosotros desde la distancia les agradecemos porque compartimos las mismas aspiraciones, una nación en paz y en democracia.
Por nuestra vivencia de la guerra sabemos lo difícil del argumento de las armas y en esas condiciones, la razón no es escuchada porque el pensamiento militar y triunfalista se impone devorando con su paso la vida de inocentes.
Compartimos con los colombianos su aspiración de paz, un día su nación encontrará la paz, los salvadoreños sabemos la amargura de perder seres queridos, donde aún extrañamos a cientos de desaparecidos, a niños perdidos en medio de las batallas, a miles de amigos y amigas que nunca más encontramos, pero que al menos nos invade la alegría de su libertad en Colombia, porque de igual manera un día pedimos a Dios por la vida de tantos compatriotas, pero al menos su historia nos recuerda que a pesar de lo imposible del momento, un día será posible la paz para todos sin distinciones, como nosotros en El Salvador allá en Colombia se dará paso a la paz.
Los motivos de la guerra se devalúan con el tiempo, los motivos de la paz nunca pierden vigencia, así es su liberación: un llamado de la paz para construir una Colombia democrática y nosotros les acompañamos..