Caralvá
La podemos percibir por la ausencia de conocimiento claro de nuestro entorno laboral.
Pero los datos son precisos, en los últimos trimestres de este año 2008 la empresa reporta saldos negativos, anuncian que la inversión para el próximo año 2009 no será la misma, además de recortes en el área social, pero pasando a las acciones en las últimas semanas la eliminación de cargos ha sido feroz, la imagen más cercana a este evento es la tala del “árbol corporativo”, la empresa pierde fuertes ramas que nutren todo el organismo central, no obstante son podadas sin piedad, olvidando que esas ramas son personas. El esquema que se vislumbra es un Downsizing: “reacomodación por reducción de tamaño” agregando cierto nivel de Restructuring: “reestructuración”, con resultados negativos para los trabajadores. Nuestro entorno laboral esta enfermo, padecemos el síndrome de incertidumbre laboral.
El síndrome de incertidumbre laboral tiene varios síntomas: falta de apetito, ausencia de motivación, rechazo a los valores corporativos, insomnio, pánico en días de quincena o cierres de mes, comunicación permanente con familiares, a fin de cuentas un trabajador tiene compromisos directos e indirectos, a parte de algunas cuentas extras según el caso, además deudas vitales, porque ningún trabajador tiene el dinero “cash” para comprarse una casa, un auto o el financiamiento de la educación de sus hijos, para ello debe endeudarse; además la salud no solo es individual, en todo caso es social. Estas condiciones no se pueden resolver en poco tiempo, sino en toda una vida de trabajo.
Un síntoma de esta condición es la patética planificación, porque los trabajadores involucrados se preguntan: ¿llegaremos tan lejos como el año 2009 o solo hasta la próxima semana?, de modo que la visión de largo plazo se reduce únicamente a las 24 horas del día, no más. Un golpe certero de esta condición empresarial es que nadie desea dar más de sus límites laborales, termina la “identidad y pertenencia corporativa”, pocos desean otorgar un minuto “extra” de trabajo a cambio de nada, la calidad del servicio a los clientes cae en picada, puesto que la empresa ha dejado de ser el ideal de trabajo, ahora solo pertenece a los que se quedan, no sabemos por cuanto tiempo, pero tampoco pueden pronunciar la palabra años. Cuando una empresa toma la decisión de cesar a sus trabajadores, desafortunadamente no evalúa su valor agregado, ni su aporte a la empresa, ni siquiera si contribuyó a construir “activos”, nada, solo los expulsa… en forma mecánica.
El ser humano aún sin pronunciar palabra: “comunica”… si ese es el caso de una sola persona, una empresa igual, desafortunadamente la empresa comunica y si fomenta la incertidumbre laboral provoca parálisis de los proyectos individuales; el mensaje es claro: “usted puede ser el siguiente” y como en nuestra nación no existe seguro laboral, ni protección, ni nada más que unas livianas leyes laborales, el resultado es patético.
Ayer despidieron a compañeros con varias décadas de servicio en la empresa, fue un día lunes, a las 10 de la mañana les comunicaron su cesantía, a las 3 de la tarde firmaron sus documentos legales en silencio, al igual que un cortejo personal, también lloraron al despedirse, en secreto y sigilosos; nadie tiene el privilegio de una plaza vitalicia…no hubo un homenaje ni agradecimiento por su labor, nada.
A pesar del drama corporativo, como buenos trabajadores solo continuaremos en el empleo este día, con lo mejor de nuestro aporte.
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