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La Historia en democracia

 

 

 

 

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Caralvá

 

Recientemente la publicación de un documental de la guerra civil salvadoreña,  ha detonado una serie de críticas de parte de sectores que participaron en el conflicto de los años ochentas que cuestionan la divulgación de esos materiales históricos.

La Historia en su conjunto  será la piedra que edificará nuestra sociedad para los siguientes 100 años,   Historia que debe ser herramienta de estudio y  la vocación  nacional en su proyección, pero si es negada también puede ser la generadora de nuevos conflictos,  puesto que cada sector optará por la defensa de sus intereses y no por la interpretación que originó tal evento.

La Historia Nacional nunca ha sido cuestionada porque siempre ha existido una política oficial para interpretar cada evento, de tal forma que la divulgación de los acontecimientos  ha colocado a los actores principales  como: Héroes y Villanos, buenos y malos, los defensores de la libertad y los arquetipos de la esclavitud... etc.

Esta concepción ha sido producto de la concepción capitalista versus el comunismo,  en El Salvador  se origina en el siglo pasado que califica a partir de los años 30 de comunistas a todo opositor,  así iniciamos una historia ideológica que ha dividido profundamente a los salvadoreños entre comunistas y anticomunistas  o si lo prefieren entre amigos y enemigos, un lenguaje que tuvo su máxima expresión en los años ochenta en el esplendor de la guerra fría entre las potencias nucleares.

Pero la historia en ese sentido no solo es impulsada por la derecha, también la izquierda ha optado por divulgar su propia historia desde los años treinta.  No existe una concepción única de la Historia sino varias, al menos dos en franca oposición, que como hermanos gemelos enemigos coinciden por su forma ideológica contrapuesta.

Ambas lecturas de la historia se excluyen y combaten de tal forma que discutir de historia es una exhibición de esgrima entre lineamientos ideológicos y filiaciones  partidarias,  porque a cada paso de la historia actual existen errores y aciertos;   en nuestra nación existe monumentos que levantan hasta el cielo obeliscos de anticomunistas y en otros nombres comunistas célebres; en cada monumento  se efectúan actos memoriales según la ocasión, pero nos señala la profunda división de visión histórica en la postguerra y en democracia.

Existen casos donde la condición de héroe y villano se intercambia según el tiempo de la guerra,  al igual que el giro político de las estructuras partidarias.

Pero en tiempos democráticos y postguerra, elevar la condición de la Historia hacia la comprensión de los eventos y no como instrumentos de aniquilación de enemigos debe ser el objetivo, necesitamos una Historia Nacional que rescate a nuestra etnia calificada desde los años 30 de comunista, necesitamos comprender que los sangrientos eventos de la guerra civil no concluyeron en victorias o derrotas, sino en el Acuerdo de Paz que construye un nuevo modelo de legalidad, tolerancia y respeto por las opiniones de los adversarios.

La construcción de la Historia no puede continuar repitiendo leyendas de la guerra fría entre comunistas  y anticomunistas, por esa razón debemos avanzar hacia una nueva historia democrática entre ciudadanos.

 Abrir un debate nacional sobre la sociedad de preguerra, guerra y postguerra eliminando los signos ideológicos para enfrentar los problemas que lo motivaron es el camino hacia nuestra comprensión de nación en paz.

www.cesarramirezcaralva.com

 

 

 

 

 

 

 

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