Caralvá
Cuando conocimos a Héctor, nuestra nación parecía que nunca saldría de la guerra y que jamás habría paz, tampoco muchas de las realidades que ahora parecen naturales, no era posible imaginarlas, aquella era la década de los años ochenta del siglo pasado.
En esos días vivíamos en el exilio, condición que no impedía trabajar por la democracia a pesar que era sinónimo de simpatizar con la derecha, afirmar que éramos partidarios del diálogo-negociación era lo mismo que entreguismo político, de la misma forma muchos de los argumentos en la política de alianza con fuerzas progresistas, no obstante poco a poco los tiempos fueron cambiando.
En esos momentos cada quién sobrevivía como podía, sin olvidar que el centro de gravedad era la lucha contra el autoritarismo, en realidad las fuerzas democráticas estaban representadas por el MPSC, el MNR, disidentes de la Democracia Cristiana, los sectores de la juventud militar, sectores de la iglesia, profesionales y gran número de salvadoreños en el exilio, aquello era la nación organizada desde el exterior. Había muchas reuniones e intercambios de iniciativa para el accionar del FDR que poco a poco se constituyó en el representante diplomático de la alianza FMLN-FDR.
Así transcurrió mucho tiempo y llegó el momento del retorno a pesar que la guerra continuaba, no obstante a partir de 1987 se decidió reingresar al país, no era exagerado afirmar que aquello era casi suicida para construir espacios políticos desde los partidos socialdemócratas, fue por el año de 1988 y 1989 que se fundó Convergencia Democrática, la cual participó en las elecciones presidenciales con el Dr. Guillermo Ungo.
Empeñados en construir espacios socialdemócratas, Héctor Silva y miembros del MNR organizan los iniciales núcleos de Convergencia Democrática en San Miguel y otras ciudades, eran tiempos extremos en 1989, poco antes de la ofensiva militar de noviembre, pero la iniciativa llegó a diversos sectores receptivos, incluso a célebres jefe militares de esa zona. Después de la ofensiva y la firma del Acuerdo de Paz, en los años 90 el panorama cambió radicalmente, pero construir la identidad política tampoco fue fácil, puesto que se inició una nueva visión de trabajo ante la nueva legalidad e incorporación del FMLN a la vida política. Héctor y sus equipos de trabajo avanzaron en la iniciativa social reflejada en la Fundación Maquilishuat, institución que comparte con las ONG salvadoreñas la difícil tarea de promover el desarrollo integral, novedosa condición que cambiaba el concepto de cooperación, voluntariado y solidaridad pueblo a pueblo. Aquél trabajo desde la iniciativa ciudadana un día cristalizaría en su presidencia del FISDL.
Así como muchos ciudadanos que han perseverado en el apoyo a las comunidades, Héctor perseveró en la promoción de los valores socialdemócratas con notables éxitos en la Asamblea Legislativa y la Alcaldía de San Salvador (1997-2000 y 2000-2003).
El largo camino nos permite compartir el fruto de aquellas iniciativas sociales, con todo y sus defectos, es esto 40 años después la nación en construcción, un conglomerado de ciudadanos con opiniones similares y otras distintas, afortunadamente una tan legítima como la otra, que no impide el trabajo por una realidad mejor. Así perseveramos en la memoria de este demócrata ejemplar para continuar su obra.
Cuando compartimos algunos éxitos, la historia también es nuestra, como la memoria de Héctor Silva y esta nación de todos.
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