Caralvá
Mencionar a los grandes en los albores del siglo XX era casi un ritual entre amigos, pero el sentido del humor entre autores, como refiere JLB en ocasiones es desafortunado.
Un autor suramericano le hizo creer a un poeta amigo de Rubén Darío y de Carriego, Charles de Soussens, que había ganado no sé qué premio en Francia, y le organizó un banquete y todo. Después resultó que eso había sido una broma, una broma bastante cruel por supuesto.
Es un poco arrogante concebir un límite geográfico para una estatura universal como Borges, pero esta situación limitante puede evadirse bajo los signos literarios.
Cuando un autor hace referencia a otro, usualmente tiene connotaciones especiales, son verdaderas concepciones de escuelas literarias, incluso sin mencionarlo.
En 1962 Álvaro Menen Desleal inicia su libro: Cuentos breves y maravillosos: (Buenos Aires, 10 A.M.)… “Carta de Jorge Luis Borges. Mi querido Amigo: Al conocer sus Cuentos breves y maravillosos, pienso que no fue meramente accidental que Kafka escribiera La Muralla china: se repite en usted la nota de lo que Bioy Casares llamamos las antiguas y generosa fuentes orientales.”… y en el epílogo Álvaro Menen Desleal escribe: “Querido maestro Borges: “Mi vanidad y mi nostalgia – me digo con sus palabras- han armado una escena imposible”. De pronto despierto del sueño y tengo su carta en las manos, como la flor de Colridge...” No dudo que JLB habría afirmado: “pero bueno, la realidad es tan rara que hasta eso es posible”.
El libro de Menen Desleal al menos ganó el segundo premio Republica de El Salvador VIII certamen nacional de cultura 1962.
En su momento JLB cita a Oscar Wilde: “Fulano de tal no tenía enemigos, pero sus amigos lo detestaban lo suficiente”... que recuerda la obra de Roque Dalton: Un libro levemente odioso Conversación tensa: “¿Qué hacer si sus peores enemigos/son infinitamente /mejores/que usted?... Lo peor es tener sólo enemigos./No. Lo peor es tener sólo amigos..”
En alguna ocasión a JLB fue interrogado por su filiación política: “Si es cierto. Fue como una manera de asumir mi escepticismo, y, por qué no, mi aburrimiento. La política no me importa. De joven yo fui, como todo el mundo, socialista, fui también nacionalista.”
Así el recorrido de su vida parece ser un constante descubrimiento, un viaje en autopista hacia el infinito, pero sin límites, sin fronteras autoimpuestas, por eso afirma: “yo no sé nada, no estoy seguro de nada.. Soy tan ignorante que ni siquiera sé la fecha de mi muerte.”
El gran autor argentino se impuso la siguiente divisa: “tenemos la obligación de ser felices” condición que fue complemento de su famoso poema: He cometido el peor de los pecados/que un hombre puede cometer. No he sido/feliz. Que los glaciares del olvido/me arrastren y me pierdan, despiadados.
Y más adelante el poema finaliza: Me legaron valor. No fui valiente./No me abandona. Siempre está a mi lado/La sombra de haber sido un desdichado.
Me parece que uno de los más preciados argumentos de la humanidad es ese propósito humilde, que es al final un punto de coincidencia entre diversas disciplinas cognoscitivas y artísticas. “Tenemos la obligación de ser felices”.
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