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Democracia oligárquica salvadoreña en los tiempos del cambio

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Caralvá

 

 

 

El proceso de elección de magistrados es un dramático evento en nuestro estado democrático, observamos golpes y contragolpes mediáticos; vidas, muertes y resurrecciones de las imágenes personales de los candidatos, existen fusilamientos de la imagen individual y colectiva, todo bajo el manto de la elección de magistrado a la Corte Suprema de Justicia. ¿Aplicamos la democracia? ¿Esto es democracia? ¿Se someten las minorías a las mayorías tal como lo mandan los principios de aceptar la legalidad electoral o acaso solo cuando conviene a los intereses políticos?; en realidad vivimos una parálisis del sistema jurídico nacional, la democracia no significa disolver por decreto a la Corte Suprema de Justicia, si la apuesta es destrozar la gobernabilidad entonces vamos por mal camino.

 

Resulta que los puntos centrales de esta interminable discusión son: “lo no escrito”, o “la interpretación de la Constitución”, de tal manera que nadie lucha contra la Constitución, ¿quién quiere destruir la constitución?: Nadie, ¿quién desea generar un ruptura constitucional?: Nadie; acaso la lucha es la interpretación constitucional “personal”, de tal manera que si pensamos peligrosamente la democracia no sirve para nada, puesto que ni representa los intereses del pueblo, ni se aplica que la mayoría se imponga a la minoría, en otras palabras estamos en la ruina intelectual, puesto que el modelo de nuestra aspiración generacional no funciona, no genera confianza y además parece autodestruirse. Vivimos un momento culminante de opciones sociales, la fe en la democracia termina en la miseria ciudadana, poco falta para invocar un decreto de calamidad jurídica, en este caso una emergencia de justicia que llame a restituir el derecho del pueblo, con todos sus agravantes.

 

Las palabras de André Bretón parecen clarividentes, me concedo la licencia de la paráfrasis: “Tanta fe se tiene en la democracia, en la democracia en su aspecto más precario, en la democracia real, naturalmente, que la fe acaba por desaparecer. El hombre, soñador sin remedio, al sentirse de día en día más descontento de su sino, examina con dolor los objetos que le han enseñado a utilizar, y que ha obtenido al través de su indiferencia o de su interés, casi siempre al través de su interés, ya que ha consentido someterse al trabajo o, por lo menos no se ha negado a aprovechar las oportunidades...” ahora la fe se termina, puesto que en este momento intentan someternos al modelo de la democracia  oligárquica, en la cual parece que somos rehenes de sus conceptos, no obstante estos se encuentran en crisis ante el surgimiento de otra fuerza de igual poder, bajo la alianza de la Asamblea Legislativa, que al menos intenta romper el ciclo de reparto tradicional ya conocido por generaciones.

 

La crisis institucional ha desembocado en objetivos estratégicos: uno de ellos es reformar la constitución, el fin de la visión de la democracia oligárquica con su monopolio absoluto, el inicio la campaña electoral presidencial de 2014 disfrazada de discusiones constitucionales, necesitamos arbitrajes internacionales ante nuestra incapacidad de acuerdos concretos, la falta de racionalidad que implique proyecciones de nación sin importar el partido gobernante, finalmente la necesidad de construir instrumentos que permitan a la ciudadanía expresar su opinión en estos temas y la consulta nacional oportuna, para no llegar a estas crisis. Debemos pensar como nación para todos, sin excepciones.

 

www.cesarramirezcaralva.com

 

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