Caralvá
En El Salvador hablamos de millones de dólares perdidos en la construcción de los hospitales por la administración anterior, situación denunciada por las nuevas autoridades, pero mientras no se actúe con denuncias formales y causas judiciales contra las personas involucradas, solo serán fuegos artificiales.
En ese orden de dinero perdido, se mencionan otros rubros como gastos de representación, publicidad, proyectos de infraestructura abandonados, etc., al final la nación se encuentra con el mismo panorama desolador del aumento de la pobreza, la desigualdad, la falta de movilidad social, con unos cuantos que se alzan con la riqueza de la nación y muchos que sufren por generaciones el saqueo del Estado.
Estas palabras desafortunadamente son “post-morten” acontecen cuando los organismos internacionales piden cuentas, entonces el dinero no aparece por ningún lado, pero debemos aclarar que milagrosamente las auditorías legales están en orden… maravilloso.
Como en otras naciones, la mejor administración gubernamental es la que evita la corrupción, no es la que posea el mejor liderazgo, ni a los mejores políticos, ni siquiera la que aplica mejor las políticas internacionales del FMI o el BM; la mejor administración es la que tiene el mayor control sobre los gastos de los dineros del pueblo y esto va unido tradicionalmente a otro evento, las obras realizadas.
Un balance superficial de las obras realizadas por las administraciones en los últimos años nos permite evaluar la realidad que tenemos, institución por institución o proyecto por proyecto, los resultados son evidentes, vivimos en condiciones precarias desde hace mucho tiempo pero solo un gran sector de la población, unas minorías por el contrario viven en la opulencia ilícita, aclarando que también existe la opulencia lícita.
La corrupción es un tema académico, al igual que político; en los centros académicos la corrupción es tratada como límites de concesiones, curiosamente estas licencias pasan por normativas constitucionales, al igual que términos de referencia o información privilegiada, de tal manera que se genera una cultura “aceptable” para las ventajas de ciertas empresas, asociaciones privadas o mercados con exclusividad; el problema es de tal magnitud que se llega a la conclusión que los funcionarios deben formar grupos cerrados de administración entre ciudadanos honestos, de otra forma la lucha está perdida.
El panorama es desolador, pero no solo acontece en nuestra nación, en el plano internacional por ejemplo: “diez grandes bancos y empresas hipotecarias estadounidenses acordaron pagar miles de millones de dólares… porque recurrieron dolosamente al embargo hipotecario” en otras palabras corrupción financiera, pero el daño esta hecho; mientras en Panamá, una casa de valores, relacionada con funcionarios de alto nivel tenían cuentas secretas, realizaban blanqueo de dinero, falsificación de documentos etc.. en otras palabras estafas públicas, con daños a terceros. De tal forma el estudio de la corrupción no se limita a la administración pública, existe también el fenómeno del narcotráfico que irradia a la sociedad, entonces acontece la compra de voluntades bajo amenazas, coacción y violencia de diversa naturaleza, por consiguiente mientras no se aborde este tema con seriedad, el panorama es muy triste. Existen señales de alarma en nuestra sociedad salvadoreña, no esperemos los daños a terceros, la justicia de actuar antes que lamentemos casos como los mencionados.
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