César Ramírez
@caralvasalvador
El largo proceso del escrutinio final en las mesas electorales no significa que se corrompa el resultado, mucho menos que existan anomalías a la vista pública, tampoco que la democracia no funcione, pero existió un coro de voces agitadas pidiendo resultados instantáneos y dejando en la memoria colectiva la ineficiencia del Tribunal Supremo Electoral provocando un daño permanente a su imagen, situación que afectará las siguientes elecciones; al final el proceso verificador fue el único instrumento que los representantes de las instituciones políticas tenían para ratificar sus triunfos, de otra forma habríamos retrocedido al siglo pasado. A pesar de no existir resultados preliminares inmediatos, el escrutinio funcionó y de nada sirvieron los gritos oligárquicos para interrumpir ese trabajo, al final todos los institutos políticos han aceptado los datos consolidados.
El voto cruzado versus el voto unitario (libre, igualitario y secreto art. 78 Constitucional), parece un juego de palabras, algunos candidatos han referido que no es lo mismo la nominación por voto cruzado que el sufragio por la marcación individual, sucede que la contabilidad no cuadra; si un candidato obtuvo 24,000 votos cruzados y fueron ocho los partidos políticos, su número real es 3,000 votos individuales; no obstante si su colega obtuvo 3,000 votos únicos parece que habría perdido su elección puesto que pesaría más la otra cantidad… quizás es una percepción y las mesas escrutadoras verificaron los datos aritméticos, no obstante son tantas las irregularidades matemáticas que ésta variante debió multiplicarse cientos o miles de veces, de ahí surgen las extrañas interpretaciones sobre los números concretos. Incluso la percepción que el voto por rostro con múltiples elecciones es igual al voto por bandera, deja un margen de incertidumbre que provoca mucho buen humor, ¿desde cuándo una fracción es igual a la unidad?; pero a los perdedores de curul en la Asamblea Legislativa no les hace ninguna gracia. Algunos candidatos han denunciado la apropiación de sus votos a favor de un miembro dirigente, eso explica la in(ex)clusión de algunos apellidos ilustres, de tal forma que el voto cruzado sirvió a favor de intereses extraños. De la serie de fallos administrativos, vacíos jurídicos… y algunas perversas declaraciones políticas que hicieron los partidos de derecha, permanecen imágenes degradantes más allá del proceso electoral, en especialmente las declaraciones de los voceros de la oligarquía, que clamando una victoria inexistente se atribuían enormes victorias sobre sus adversarios, la realidad es que 18 días después, ellos ni sus potenciales aliados ganaron la mayoría en la Asamblea; en ese mismo rubro las proyecciones de las fuerzas democráticas y anti-oligárquicas se anotaron una nueva victoria que permitirá la gobernabilidad los próximos años, de nada sirvieron las campañas de rumores, mentiras, infundios o difamaciones contra los adversarios, la población ha preferido conservar sus logros sociales, así el pueblo castigó las campañas sucias al votar por la continuidad de propósitos. Los fallos del TSE no fueron cometidos con intenciones políticas, no tenían como objetivo beneficiar o perjudicar a una institución, no obstante algunos dirigentes se esforzaron por demostrar que ello era un complot contra sus intereses. En las elecciones perdimos la visión de nación debido a la cantidad de improperios anticomunistas que el partido de la oligarquía lanzó por todos lados, ese partido ve rojos hasta en los altares de las iglesias, quizás escuchan el nombre de Monseñor Romero que une al mundo y nos brinda un nuevo sentido de nación; más allá del proceso electoral, la oligarquía perdió otro proceso electoral.
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