César Ramírez
@caralvasalvador
Nuestros pueblos son (obligados) emigrantes, similar al pueblo de Estados Unidos de América.
Los anuncios realizados por las autoridades norteamericanas causan alarma entre miles de salvadoreños residentes en esa gran nación, la llegada de cientos o miles de compatriotas ocurrirá inevitablemente, como ocurren las noches más oscuras en tiempos invernales. Nuestra emigración es debida a la falta de oportunidades económicas, de esa forma las familias se arriesgan a cualquier peligro, no importa nada, ni la administración gubernamental de hace treinta años, ni la guerra, ni los peligros del desierto, ni nada, lo mismo es morir de hambre acá por exclusión histórica que morir en el intento por una mínima oportunidad del sueño americano; de esa manera la vida del emigrante es una respuesta política a la realidad nacional, la cual no tendrá fin si no cambian los motivos originarios de la pobreza, esta es la injusta estructura social que vivimos y viviremos por generaciones si no resolvemos las condiciones económicas de la nación.
Las deportaciones de los salvadoreños causan pavor, si consideramos esos fríos números como vidas humanas: Las expulsiones de Estados Unidos hacia El Salvador entre el año 2004 y 2009 fueron de 219,251; en el año 2010 29,187; 2011 25,336; 2012 31, 174 y durante 2013 19,265, según fuentes del Departamento de Seguridad Interna (DHS, en inglés), adscrito al ICE, (Departamento de Migración y Aduanas), así el total entre 2004-2013 fue 324,213 salvadoreños.
La proyección de 2013 para el año 2014 fue potenciada por el dato que 90,000 niños aumentarían las cifras por su llegada a Estados Unidos, así para el año 2015 el cálculo aproximado sería de 142,000 de los cuales la mayoría son guatemaltecos, hondureños y salvadoreños.
Mientras tanto la ICE para el año (2014-2015) reveló “que entre el 1 de octubre de 2014 y el 31 de agosto de 2015 habían sido deportados 214,264 indocumentados, y de ellos 126,283 (equivalentes al 58.89%) tenía antecedentes criminales. “El resto, 87,981 (equivalente al 41,1%) no tenía antecedentes”, y además: “la proyección para los restantes 30 días del año fiscal 2015, estimada en 19,478, indica que al 30 de septiembre (fecha término del año fiscal 2015) la cifra alcanzaría los 233,742 deportados, un 27% menos que las deportaciones registradas en 2014 que sumaron 315,953” –Univisión-.
La situación es una crisis humanitaria para Centroamérica, las deportaciones obligaron a El Salvador a recibir a grupos criminales organizados en pandillas hace más de dos décadas, lo cual permitió la regionalización de estructuras terroristas, ahora son una verdadera amenaza para la seguridad nacional desde México hasta Centroamérica; en aquellos años ninguna nación estaba preparada para combatir éstas modalidades delictivas, aún ahora el panorama es poco alentador, y aunque no todos los deportados son delincuentes algunos si llegan organizados criminalmente desde Estados Unidos.
Muchos deportados honrados no tienen ninguna oportunidad en El Salvador, así como llegaron así retornarán a riesgo de su vida, como las novelas heroicas de caballería: batallas perdidas, celdas comunes, dinero extraviado, degradación de seres humanos o historias que solo pueden describirse como crímenes contra la humanidad.
La única solución es multinacional, similar a las acciones de la Unión Europea con los refugiados Sirios, en conclusión: Centroamérica merece una oportunidad humanitaria.
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