Caralvá
Estos fenómenos naturales como el Huracán Félix, permiten una lectura de la racionalidad pública con elementos positivos y negativos.
La racionalidad pública con elementos positivos la observamos en los esfuerzos por la educación pública, salud, agricultura etc.. En pocas palabras racionalidad pública refiere el “acuerdo” entre clase política para disminuir las desigualdades sociales. La racionalidad pública es un concepto que identifica el tipo intrumental e interaccional con el cual se adoptan las decisiones públicamente relevantes.
La racionalidad pública en su parte instrumental es la relación entre fines y medios, mientras interaccional se refiere a la medida en que las decisiones son legitimadas universalmente. Estos elementos están normados por patrones ético-culturales de las sociedades, por esta razón la condición de racionalidad pública no es la misma para todos los pueblos que viven en democracia.
En nuestro país se confunde la delegación política de los gobernantes en la toma de decisiones, con la racionalidad pública.
Nuestra democracia delega a los diputados, alcaldes o gobierno central, ciertas de decisiones nacionales, esta condición es legitimada por el proceso electoral, pero la delegación no les confiere a nuestros gobernantes una apropiada racionalidad pública. De ahí los constantes conflictos entre Poder Ejecutivo y Poder Legislativo sobre temas que conciernen a todos, temas como los hidrocarburos, administración de salud, política de impuestos, vivienda, transparencia en la administración de las pensiones, etc.
Se puede argumentar que no existe defensa contra un impacto como un terremoto, un huracán, un maremoto, epidemias, pero las calamidades hacen visibles nuestros puntos débiles como nación, su impacto desnuda la severa diferencia de los intervalos tolerables socioeconómicos de nuestra sociedad. Desafortunadamente la intemperie de los ciudadanos más pobres, es una consecuencia de la racionalidad pública de los gobernantes, los cuales también son producto de esos viejos conceptos, por esta razón se debe reducir las diferencias catastróficas en los asalariados.
La diferencia de ingresos entre las personas asalariadas al colocarlas en una escala tiene severas desproporciones en los mercados profesionales, de igual forma con los trabajadores informales.
A lo mejor es un poco tarde indicar estos parámetros, pero mucha de la pobreza es una herencia impuesta por estructuras que reproducen aquella famosa “causalidad circular” o círculos viciosos, donde la pobreza esclaviza a las poblaciones.
Las soluciones a estas desgracias llenan volúmenes de diversas materias sociales, pero por el momento en estas precarias condiciones, nos urge modernizar las desproporciones de los ingresos en los asalariados, de igual forma romper esta causalidad circular de producción al infinito de la pobreza, incluyendo eliminar la ideología de los temas de la racionalidad pública puesto que la nación somos todos y las desgracias como las esperanzas las compartimos en una patria común.
http://www.diariocolatino.com/es/20070906/opiniones/46831/
Fenómenos naturales
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