¿Qué pensar de la realidad?
Caralvá
Uno puede ser feliz como pasajero en el Titanic, asumir un venturoso futuro en el amplio camino hacia un destino anunciado.
Mientras la vida este a favor, la nave es un puente móvil hacia una cómoda tierra prometida.
Es un pesar insoportable asumir un divorcio con la verdad, peor cuando esta es aliada incondicional de las sorpresas jamás imaginadas.
Podemos pensar como políticos: “la verdad son nuestros acuerdos”..
O como “falsos profetas”: “Dios dice… manda y ordena… que hagan esto:…”.
O como administradores del poder: “ nos conviene que sea así, jamás sabrán la verdad”.
Asumimos un rol en la sociedad, con plena desigualdad de oportunidades, así nacemos, pero cabe destacar que ahora a esa desigualdad agregaríamos, la enorme diferencia de acceso a la información. El acceso a la información es Ley en otras naciones, además poseen apertura de archivos oficiales después de 20 años de acontecidos los eventos, en nuestra nación parece que pueden pasar muchos años y los archivos oficiales no serán nunca conocidos: ¿por qué?.
Como decía Orson Welles: “solo pensar bien es un pecado”.
Acá en momentos de crisis que implican proyectos nacionales, necesitamos a un Diógenes que salga con una linterna en pleno mediodía a buscar “la verdad”…
Imagino que no tendremos dificultad de encontrar la verdad entre los muertos, pero si entre los vivos.
Como pasajero del Titanic, puedo asumir que mañana despertaré a disfrutar del mar, sus olas cadenciosas, su brisa apacible, la familia que espera, incluso pensar que el precio del petróleo llegará a $6.00 en los próximos días… igual, no tiene caso.
Vamos en esta gigantesca nave, sin prisas.
Es muy malo pensar que nuestro trayecto puede tener contratiempos ¿nada que temer? Nada.
Mañana puede ser diferente, un solo hombre pudo cambiar la historia del Titanic.
El titanic puede ser el Tribunal Supremo Electoral, que en manos de un partido político, no dudará en descalificar triunfos populares, el iceberg podría ser la alternabilidad política, grave amenaza considerando que aún pensamos llegar al puerto-destino.
Pero existen esperanzas, rectificar a tiempo.
Así como un solo hombre puede ser la diferencia al mando del Titanic, el Tribunal Supremo Electoral puede evitar el destino predecible.
¿Qué pensar de la realidad? Que las leyes deben prevalecer y que pensar bien a pesar de ser pecado, es una magnífica elección.
Realidad en El Salvador
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¿Qué pensar de la realidad?