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Robert A DAhl en El Salvador

  • ¿Reciclaje de la represión?

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    Caralvá


    La democracia que nos interesa debe ser pluralista, como lo plantea el autor Robert A. Dahl, porque es la única forma política que puede equilibrar la autonomía con el control. En cierta forma vivimos una condición de este tipo en nuestra sociedad, autonomía y control se conjugan en el funcionamiento institucional. Ha muerto el esquema de las dictaduras: “reforma y represión”…
    La sociedad democrática no debe perder de vista estos criterios clásicos en sus debates, que a la luz de los partidos políticos no tiene la misma lectura, para algunos será control, para los otros autonomía, para terceros el reciclaje de la represión.
    Es impensable escribir sin dejar de mencionar el panorama de nuestra nación con fechas como el 05 de julio 2006 y 02 de julio 2007 que se constituyen en precedentes para la vida democrática nacional. Estos acontecimientos desnudan la naturaleza de nuestra sociedad porque de igual manera que las leyes, la organización ciudadana y las libertades pueden ser usadas para el bien, de igual manera pueden ser la base para hacer daño al prójimo, con resultados conocidos y el deterioro de las instituciones.
    En este punto es importante recordar que las leyes, el gobierno, las instituciones deben estar al servicio del ser humano y no al servicio de grupos de poder.
    El dilema del gobierno no debe ser controlar las libertades ciudadanas, sino ampliarlas porque a fin de cuentas es la democracia pluralista la que interesa; el control en contraparte deberá ser el eslabón de fuerza de cada partido político, surgiendo en su momento el autocontrol y los objetivos nacionales que a todos interesan.
    Cabe señalar que a las dictaduras no les interesa en absoluto el pluralismo democrático, porque ellas no toleran la autonomía, solo les interesa el control, el cual hemos conocido a lo largo de muchos años.
    Los derechos ciudadanos son la base fundamental en el ejercicio de la democracia, incluso dentro de los partidos políticos, donde usualmente no se ejercen de la misma manera que se proclaman para toda la sociedad.
    Control y autonomía, son parte de nuestra vida institucional.
    Pero en la nación da la impresión que ciertas libertades se están convirtiendo en conflictos políticos, algunas por omisión, otras por abusos, otras más por imposición, donde cada sector hace lo que quiere, en el viejo estilo de las “medidas de hecho”, condición que debió estar abolida desde el Acuerdo de Paz.
    Al final el mejor indicador del pluralismo democrático es el abandono del uso de la fuerza, junto a un esquema de reciclaje de la negociación política… que cada vez parece más alejada de la realidad…
    Este binomio: autonomía y control tiene múltiples lecturas, desde el gobierno, la iglesia, los empresarios, los inversionistas y desde la oposición, al menos está claro para todos, a los ciudadanos nos interesa el pluralismo democrático, no la dictadura que abolirá todo, incluso a cualquier oposición por inofensiva que parezca.
    http://www.diariocolatino.com/es/1485/opiniones/45422/