Estela Marina. Javier Alas
Caralvá
Para llegar a un acuerdo nacional sobre el futuro de nuestra nación parece que debemos recorrer la trágica historia de hace veinte años, entre ellos agotamiento de lucha armada, presión internacional, alto nivel de organización en los estratos sociales, vigilancia en cumplimiento de acuerdos, creación de nuevas instituciones, reformas constitucionales etc… ¿qué impide a la nación lograr acuerdos fundamentales?.
Existen cientos de amenazas sobre la nación, mencionarlas es un rosario desastroso, además los medios de comunicación realizan sumatorias diarias de nuestras calamidades, parece que tenemos diferentes niveles de comunicación, puesto que para algunos es: una lectura política, castigo divino, herencia negativa del pasado, etc. existe la sensación que leer positiva o negativamente favorece a algún partido político, en realidad necesitamos mucha imaginación, para vencer esta adversidad.
La nación desea escuchar de soluciones apegadas a derecho, de reformas posibles en la Constitución de la República, de pactos entre sectores privados y públicos, de consensos nacionales para superar la pobreza estructural, de soluciones económicas para los trabajadores, Reformas en Salud, que las instituciones funcionen y la justicia defienda a las víctimas de la delincuencia.
Muchos de estos enunciados se parecen a la utopía, con un abismo de tiempo y generaciones de salvadoreños luchando por llegar a ese punto y cada vez que nos aproximamos se aleja más, quizás es el momento de pensar solo en objetivos modestos, muy modestos. La famosa unidad nacional solo funciona en situaciones de calamidad pública o en actos terroristas, como la quema de un autobús público en mejicanos, el asesinato de policías frente a la Universidad Nacional, las matanzas de jóvenes en una cancha de fútbol, etc. en otros casos la búsqueda de acuerdos no funciona… al menos entre los actores que tienen las llaves de los entendimientos, puesto que el verdadero conflicto parece una lucha de poder entre capitales oligárquicos, burgueses, criollos e internacionales, donde las clases sociales dominantes tradicionales tienen otro alineamiento con la modernización del capitalismo mundial. Sin embargo, algunos instrumentos decisivos de “poder” aún residen en el capital tradicional, sus poderosos elementos mueven voluntades en muchos niveles, estos sectores consideran enemigos principales a los capitales emergentes, puesto que disputan los monopolios históricos, de ahí entonces la intransigencia de la negociación, según ellos negociar soluciones es traicionar a los feudos conservadores de poder.
La modernización del capitalismo crea conflicto en las sociedades, la historia está plagada de estas enseñanzas, cada horizonte de avance produce decadencia en otros, por ejemplo la tecnología favorece los tiempos de producción pero crea desempleo, en nuestra nación muchas manufacturas ya no existen, han sido sustituidas por procesos industriales, pero no en pocas ocasiones estas agrupaciones económicas tienen posiciones políticas, de ahí los conflictos.
Debemos hablar de soluciones posibles, acciones legales, revisión de la historia, persecución a la corrupción, incluso de modernizar el capitalismo, quizás este último es el factor olvidado y no mencionado en la política. Humanizar el capitalismo no solo es una lectura posible, sino un factor exitoso en otras naciones y debe ser un punto de Acuerdo Nacional. www.cesarramirezcaralva.com