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asalto y secuestro en la calle San Antonio Abad

  • Asalto y secuestro en la Calle San Antonio Abad

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    Caralvá

    “El diablo se nos ha metido” afirmaron los adolescentes armados de revólveres, mientras transitaban la calle San Antonio Abad de poniente a oriente. Los adolescentes en un auto con reporte de extravío, tenían por misión robar otro auto de año reciente o nuevo. En el interior del coche acariciaban sus armas, recorrían: la colonia San José y luego la colonia Centroamérica observando potenciales víctimas.
    Mientras en otro punto de la ciudad de San Salvador, otros dos jóvenes charlan sobre su futuro dentro de su auto Toyota Yaris en la misma calle, pero en un viernes 03 de agosto a final de la tarde, bajo la epidemia festiva, nadie piensa en más que pasarla bien, nada de pensar en los problemas usuales, mucho menos en potenciales riesgos.
    San Salvador de fiesta es la explosión de juegos mecánicos y otras máquinas que reproducen la vida, porque son giros y giros, las matemáticas mejor aplicadas del mundo, porque das vueltas a tu mundo, previo-pago-en-dólares, así la rutina es rota de principio a fin en el mismo sitio. Incluso evocas aquella canción: “giros/ toda da vueltas como una gran pelota/todo da vueltas casi ni se nota/ Giros, fotografía de distintos lugares/fotográficamente tan distantes/ (Fito Paez), terminas tal vez un poco mareado pero el retorno a la realidad es obligado; así esos días de fiesta se pasan en vueltas y vueltas… como la vida. Mientras en otras áreas del parque de diversiones, tienes disparos de adrenalina en cada ascenso o descenso, en giros o sacudidas, son choques de temor y respiración, hasta el cansancio… pero en realidad el masoquismo de muchos les impide dejar de probar “otra vez”… incluso con los impensables pequeños accidentes que ocurren con otros usuarios o los tuyos.
    San Salvador de fiesta, con su historia, su economía, sus rebosantes reclusorios, la precaria condición de los emigrantes... todo atenuado en esos días, todo… excepto aquellos adolescentes con sus armas cargadas, en busca de sus víctimas.
    Al visualizar al auto-objetivo, los delincuentes preparan el asalto, se estaciona adelante del Yaris, bloqueando su salida e inmediatamente armas en mano golpean las ventanillas en forma amenazante…sus ocupantes son reducidos.
    Se inicia un recorrido incierto por la ciudad, mientras en el exterior llueve sin miseria.
    Es el principio del secuestro.
    Una conversación dentro del auto: ¿ustedes son cristianos? –pregunta un adolescente armado, mientras apunta su revólver, a la cabeza del joven secuestrado- rápidamente los chicos secuestrados responden: “si somos cristianos”… nosotros también afirman los secuestradores: ¡solo que ahora, el diablo se nos ha metido!. Ja, ja, ja...Sin dejar de apuntar sus armas de arriba abajo.
    Luego les piden todas las tarjetas de crédito, despreciando los celulares.
    Finalmente llegan a la antigua calle a Huizúcar, en Santa Elena y en medio de insultos son dejados en libertad…
    Han vivido para contarlo, pero pocos tienen tanta suerte como ellos.
    San Salvador en fiestas de agosto…
    http://www.diariocolatino.com/es/20070809/opiniones/45851/