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mafia financiera

  • Autocracia financiera norteamericana

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    Caralvá

    De la tragedia no podemos sacar nada.
    De la “caída libre” del mercado de valores norteamericanos muy pocos pueden alegrarse, por la simple razón que nadie en su sano juicio desea el desempleo y la pérdida de sus bienes en millones de personas, incluso fuera de los Estados Unidos de América. En el fondo de este desastre se encuentra una élite financiera plenipotenciaria, que no rendía cuentas a nadie, tampoco tenía ninguna regulación, pero ejercía una autocracia financiera en la emisión de títulos-valores, además otorgaba créditos al infinito, llegando al absurdo del valor. Estos conceptos desvelaron mis mejores noches de universitario en México, durante mucho tiempo esto señores financieros tiraron el manual de economía a la basura… creí había perdido mi tiempo, pero no era así, los equivocados eran ellos. Ahora muchos de esos “títulos-basura” han cruzado el atlántico. ¿Por qué no se previó este desastre?, en realidad existen valiosos antecedentes de personas que advirtieron este escenario, pero las decisiones política pesaron sobre las prudentes advertencias y el colmo de ello es que muchos personajes alentaron a sus propios ciudadanos a endeudarse.
    En el mismo razonamiento, esta tragedia nos implica porque según los expertos en América Central la crisis golpeará tres rubros: remesas (por el desempleo), exportación de productos (porque los norteamericanos dejarán de comprar ciertos productos de importación) y disminución del turismo (por la contracción económica mundial) y otros como los insumos agrícolas.
    En una reciente entrevista Joseph Stiglitz afirma: “El paquete de intervención a gran escala en los mercados anunciado por el Gobierno de EE.UU. está desatinado, pues no responde directamente a la crisis inmobiliaria la raíz del problema”.
    Como quiera que sea, la contracción económica mundial llegará a nuestra nación sin que nada pueda impedirlo.
    ¿Qué hacer? Las respuestas ya las hemos vivido en América Latina, con las famosas recetas de los organismos internacionales: aumento de impuestos, disminución del Estado, venta de activos del Estado (en este caso todas las hipotecas pueden ser vendidas a cualquiera que lo desee, incluso fuera de Estados Unidos, por medio de “licitaciones internacionales”), administración extranjera de Puertos y Aeropuertos, devaluación de la moneda, concesiones de territorios, minerías, plataformas continentales, explotación de recursos naturales etc. y si no funciona… rezar para que no ocurra un Golpe de Estado.
    El panorama es tan desolador que parece una historieta de comics, donde una “marafinanciera” fabricó “titulos-basura”, engañó a millones de ciudadanos norteamericanos, pero además se repartió esos millones de dólares entre sus miembros, sin más control que sus criterios. Esas asociaciones delincuenciales al menos tenían claro: “no habían reglas, controles, regulaciones, fiscalizaciones y tampoco límites”, que nos lleva casi al absurdo de la economía.
    Ahora nos invade ese sentimiento griego de tragedia en el horizonte económico, esa pesadumbre de falta de fe, desconfianza, pérdida de la inocencia ante el sistema financiero y una leve esperanza que al menos llegue a su fin en el año 2010.
    Rezar después de todo, no está nada mal, en tan precario panorama y que Dios se apiade de nuestros trabajos.