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novela

  • De la ofensiva de 1981

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    Caralvá

     

    … ¿puede una bala atravesar el vértice del pulmón izquierdo sin dañar un solo vaso, ni arteria, ni nada? Si, el dueño de esa herida puede darte fe de ello, con un voto de confianza a Dios –desde su propia vida pública- también algunos de nuestros hombres fueron heridos por balas “amigas”; combates desde los tejados que atrapan balas entre los polines y que al avanzar sobre el techo, éste se derrumba con todo y los horcones que salvan la vida del combatiente, puesto que segundos después ráfagas de ametralladora 6.0 vuelan lo que queda en pie o de Dinora que atrapada entre los vehículos blindados se dispone a morir arrodillada, al momento de la ráfaga que golpea su fusil con tal fuerza que la tira y la creen muerta... sí, el muerto fue el fusil; Dinora sigue siendo muy viva, pero ella sabe que si sobrevivió a una ráfaga de G-3 del ejército, algo de sangre inmortal debe correr en sus arterias.. Por la tarde de aquel día unidades comenzaron a retirarse a sus antiguos campamentos, allende las barrancas y ríos. Después de la ofensiva de 1981 llegaron periodistas franceses y otros de la Revista Newsweek; los franceses filmaron todo, uno de ellos a Iris, dijo llamarse: Christiam Poveda y si llegábamos a París, fuéramos a su casa o la agencia Atelier; si ir a París como ir a Soyapango… algún día.

    La tarde en que llegó Filiberto al campamento lloramos, cuando nos contó su historia:

    - ¡Achis! Gumer, ¿honde´stas pue? – le deciya-

    - Nomeoyes vos, pue...

    - ¡Adio!, el talegueyo jué juerte, todo el jusileyo ese, luechamos todos p´alante pue, ahí divisamos el vergo de melitares, agazapados y prendidos de sus fusiles en la apretazón de las oscuranas, ellos nos atizaban con todo pue, nosotros les dimos primero, pero ellos eran un chumazo de pelones, disparando sus fierros, tan chuñas como nosotros, pero con tanto arresto como nosotros, que por vida suya, esa tronazón era recia y los montes y los guarumales, así como los chiribiscales pue, se torcían en la tumbazón de los plomos.

    -Mire veya, que por vida suya peliamos pue, con el mesmo herbor del café de olla, juerte, muy juerte, en el diya del asalto al cuartel. Tendidos como huixquiles maduros, nuestro pelotón teniya como invite el punto poniente del cuartel, ´tonces nos juimos de noche por los montes con ese deseyo loco de que nuestros críos no sufrieran nuestros mesmos males.

    Lueguito del talegaseyo, nos fuimos por los montes, yibamos por el magueyal de doña Clara, juntito del Madrecacao y por donde están los maquilishuat, cuando nos salen unos patrulleros, nos atrancamos de balazos, mataron a Gumer, a Jacinto yami mihirieron en la pata, pero ellos también se jueron al juraco, pero a mi, me dejaron renco, les quite los fusiles y los enterré.

    No creya compa, me he tardado 3 diyas en el  jalón del regre..., porque me vine díarrastras, es que estoy renco, un pata miaquedado engarrapatada, no la puedo mover... pero miacuerdo que cuando terminó el molote:

    - ¡Achís! Gumer, Jacinto, ¿honde´stas pue?- les deciya-

    Nomeoyes vos, pue... y ellos yistaban muertos...

    Ahora en mi habitación Dinora está lista para sobrevivir a otra ráfaga de amor, pero eso es otro El Salvador, perdón, otro suspiro.  Los compas no sabían que nos contaban la Historia.

    (Fragmento: La primavera salvadoreña, recuerda España)

    www.cesarramirezcaralva.com

     

  • La voz del Nuevo Testamento en plena guerra

     

     

     

     

     

     

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    Caralvá

     

     “Soy: Oscar Arnulfo Romero,  comprendo  que el Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de Medellín tienen como objetivo, la identificación de los pobres en su propia miseria, volver los ojos a ellos en esta tierra castigada por la herencia de olvido, no es pecado, los pobres tampoco pueden ser abandonados y olvidados, que estén ahí simplemente como vegetales, no es humano, no se les puede olvidar y mucho menos ignorar, hacerlos visibles, realizar esa tarea, no puede significar más que un acto ecuménico con los mandamientos de Dios.

    Permanecer junto a los pobres, es abrir los ojos, percibir al mundo tal cual lo hemos heredado, donde necesitamos  utopías.

    El Nuevo Testamento no habla de armas, ni el buen Jesús, por ello debíamos aceptar que la Iglesia será fiel a condenar la violencia.

    En estas tierras, los cambios por mínimos que sean provocan terror en las clases poderosas, se acusa a  nuestras congregaciones de ser subversivas, en este país toda educación provoca terror, incluso la más democrática educación como la de Abraham Lincoln, los propios derechos ciudadanos de los estadounidenses asustan en los cantones de Cuscatlán. La educación siempre es el mayor símbolo de satanismo ante los ojos de los que no quieren cambios, a nuestro amigo Rutilio Grande García se le encarna toda la maldad social, como si años de segregación étnica fuesen contabilizados en un solo sacerdote, o años de injusticia se endilgaran a seres absolutamente buenos.

    Acá la palabra de paz y amor, significa guerra y muerte, paz en su mejor sentido es considerada bandera comunista, amor bajo el signo del odio significa predicar ideales extremistas... es difícil hablar de Nuevo Testamento a las armas.

    Se nos acusa de antólogos del mal, a todo aquél que hace de la Biblia su mensaje de realidad social, tal cual fue el ejemplo del buen Jesús. Hay un fallo en la llamada Teología de la Liberación, esta es que su meta no lleva hacia el Nuevo Testamento, sino hacia el Antiguo, de ahí que su vocación final sea igual que la violencia originaria del mal. De ahí las graves diferencias que los poderosos no asumen.

    Son tiempos de conflicto social, almas miserables llenas de odio, la pobreza espiritual no tiene respuestas a las demandas materiales, excepto el odio.

    La violencia debe detenerse con la paz, con la conciliación, pero nadie escucha.

    Debemos prestar nuestro corazón a todo aquél que desee vivir bajo el régimen del Nuevo Testamento, amar al prójimo, desear la paz.

    He recorrido este pequeño país llamado El Salvador y sobre cada uno de mis pasos, el Evangelio surge entre los caminos y veredas, si existe un sector que ama la Patria, se llama Sociedad Jesuita, ellos son a pesar de todo, los seres buenos de la Patria, tienen la razón en sus estudios y  en sus lecturas e interpretaciones, son seres pacíficos.

    De los militares debo confesar que son los seres que más amo en este mundo, son mis hermanos, son nuestros hermanos, ellos son los herederos de nuestras oraciones, son la prueba de nuestra devoción, no debemos condenarles nunca, ellos son después de todo, nuestros depositarios de la fe.”

    (Fragmento de la novela: La primavera salvadoreña, recuerda España)

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