Caralvá
Día: 0 (24 para el 10 de mayo de 2009)
Hace años me acompañó un documento juvenil, una bitácora estridente que palpitaba acciones. Escrito en México bajo condiciones de exilio, en un hotel donde compartimos techo y comida con Rigoberta Menchú, la familia de Joaquín Villalobos, Doctores, Jorge Pinto, exministros demócratas cristianos, etc.; conste este “excetera” incluye a una cantidad de ilustres suramericanos de tal magnitud que de mencionarles, ahora se considerarían “Asuntos de Estado” y otros cientos de salvadoreños que por pequeños milagros habían salvado sus vidas de la feroz represión de aquellos años.
Desafortunadamente las letras no son como los vinos, ellas solo envejecen con su silencio y con sus ojos de perro te recuerdan la obligada “acción” de publicarla, a lo mejor muy pretensiosa acción, porque mi aspiración al final solo tiene por objetivo compartirla con una docena de amigos y amigas, un pequeño foro “comprensivo”.
La bitácora resistió con tanto vigor y con tanta prudencia en su silencio que en ocasiones me pareció un “ángel” disfrazado en hojas mecanografiadas, ha sufrido tanto maltrato, que en otras me duele hasta el desprendimiento de sus delicadas hojas vitales, como todo objeto preciado posee una extraña alegría de “verdad” que dibuja su infantil sonrisa, al imaginarse divulgada.
Es fiel y leal.
El tiempo es muy bueno, porque es un gran maestro, nos muestra fotografías y secuencias, con acciones cardinales y grandes decisiones, la vida ratifica o castiga tu historia.
Ese ángel: La primavera salvadoreña, recuerda España, fue creciendo, creciendo, tan lentamente que lo consideré difunto, no era nada la “cámara lenta”, ni las “tomas segundo a segundo” de la trama, porque en realidad eran: “tomas de años en años”.
Por un accidente y una peor coincidencia, encontré la Convocatoria de novelas on-line de El Corte Inglés y Book and You, ¿qué es eso de primer concurso de novelas on-line?, GUAUUUUUU exclamé, si GUUUUUUAAUUUUU, no (WOOW) a pesar de los ilustre patrocinadores.
Desde ese momento ese ángel silencioso, se transformó en un tirano obsesivo, tanto que me obligué a enviarlo a cualquier precio y a toda velocidad, sin metáforas.
Aquella tarde para llegar pronto a casa, mientras conducía mi pequeño auto, hice un giro en “U” prohibido, en una crucero de alto tráfico, esa acción de “macho” imprudente, pudo acabar con todo, incluso con el “angel” encerrado en la novelita, porque dos autos uno deportivo y otro sedán al visualizar mi maniobra temeraria, frenaron con toda la potencia posible… unos cuantos centímetros salvaron mi vida y al ángel. Aún recuerdo los rostros asombrados de los conductores, a los cuales pido perdón, si uno nunca sabe…
Tiempo después movilicé al personal técnico para resolver el famoso PDF y toda la secuencia obligada.
Entraba con retrazo al evento, como en muchas otras cosas en la vida, pero entraba, al final la paz, que usualmente tampoco dura tanto, un requisito es la votación: “VIVA” –afirmé- ahora soy como los políticos, las reinas de belleza, los niños de parvularia, los escolares que piden: “votos”… que maravilla, ¿cómo pedir votos?... tal vez por los blogs, avisar a los amigos y amigas, e incursionar en una especie de “marketing-electoral” perdón “marketing-literal”, ni modo, pero existe algo trascendental en este evento, un sentido de comunicación y participación global de cientos de personas: ¡genial! al menos es democrático, evidentemente no será producto de un “ilustre consejo de editores o autores”, sino porque un autor (a) logró la mayor votación posible: ¡enhorabuena!, como me recuerdan mis concursos escolares…
Es un momento feliz.
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La primavera salvadoreña, recuerda España I