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presentación

  • La decisión, la venganza y otros cuentos de Mauricio Vallejo I y II ( presentación Caralvá )

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    Caralvá

     

     

     

    El prologo realizado por Rafael Lara-Martínez fotografía los cuentos y anota un tiempo no escrito 2001-2007, quizás lo importante al fechar un acontecimiento es que nos brinda ubicuidad y períodos históricos, situación que el lector agradece puesto que uno sin tiempo, entra en un limbo de términos fatales o primaverales, uno nunca sabe.

     

    Un cuento de Mauricio habla de la inmortalidad, ese elemento tan perseguido para evadir la muerte, ese que invade la imaginación y traslada al vencedor al mítico sitio de los dioses, condición adorable por cierto para los mortales. Nosotros al contrario, creo que nos merecemos la mortalidad.

     

    En cierta ocasión en una charla con Jorge Luis Borges[1]  un periodista: “pero usted ya se ha ganado la inmortalidad”, y su respuesta fue: -Caramba, eso es terrible. La inmortalidad puede ser algo espantoso. Yo aspiro a la muerte, a la muerte total. Uno de mis temores es no morir, no desaparecer completamente; tengo la esperanza de la muerte. Después de todo las pruebas de que somos mortales son de carácter estadístico; puede ocurrir que con nosotros se inaugure una generación de inmortales. Sería una condena aterradora, ¿no? Bueno, Unamuno, por ejemplo, y, más hacía nuestros días, Sábato. A Sábato le interesa la inmortalidad, le interesa pasar a la posteridad. Él me dijo una vez que escribía para la posteridad.
    ¡Qué raro que alguien sienta esa misión! Oscar Wilde decía que la posteridad no ha hecho nada por nosotros…
    la inmortalidad es un tema  persistente en muchos pueblos, plagado de leyendas de otros tiempos quizás atlánticos. Pero nuestra sociedad contempla con cierto cinismo las recurrentes operaciones de algunas estrellas de los medios de comunicación, que arriesgan sus vidas por un trozo de carne firme que desafíe la fuerza de la gravedad y se intoxican casi mortalmente, a lo mejor ese es  el principio de la nueva  lucha de clases… hasta llegar a una sociedad sin clases, aunque ya sabemos la ruina que provocan esa confrontación… Así recorremos una escala de relatos que parecen las calles de San Salvador o cualquier ciudad latinoamericana: El Negocio, El presidente, La Esmeralda, Negociación, La venganza, La pata de gato y Amores con tejidos cotidianos y fantásticos.

     

    Publicar en El Salvador es un acto libertario, una afirmación del genuino acto del autor que cree que a pesar de cualquier límite su obra vale y la comparte, puesto que el deber de un escritor es crear su obra y publicarla, recordemos algunos autores que publicaron sus propias obras: Pablo Neruda, Sergio Ramírez, Julio Cortázar quién escribió lo siguiente: … “Por un lado están todos los poemas que he de agrupar con el título general de Razones de la cólera, y que directa o indirectamente se refieren a la Argentina, a mí como argentino, al mundo lamentable y repugnante que me tocó vivir del 46 hasta que me mandé mudar en el 50. Son unos veinte poemas, que si puedo publicaré. Ahora que creo que podré juntar unos francos (si el precio de las entrecôtes nos lo permite) estoy decidido a comprarme una minerva o una pequeña imprenta de segunda mano, y tomarla como hobby para hacer libros. Aprovecharé para editar poemas (editar significa tirar unos pocos ejemplares y mandárselos a los amigos) y además haré libros con cosas de otros, por ejemplo tú, si quieres. En casa no hay demasiado espacio, pero encontraré un rincón donde montar el artefacto y hacerme el Gutenberg[2]…” puesto que en nuestro país publicar un libro es casi un milagro, con todo en contra e incluso contra el pensamiento subdesarrollado de los que se oponen a cualquier aporte cultural genuino, encontrar un libro como La decisión, la venganza y otros cuentos,  sigue siendo un aporte sorprendente debido a que nadie se preocupa de ello, excepto nosotros.

     

    Cada autor tiene una responsabilidad con su obra, esta tiene por objetivo compartir:  el mundo, la luz, la alegría del descubrimiento, porque nadie compra una lámpara para meterla debajo de la cama[3], así cada libro publicado es un pequeño regalo para la humanidad.

     

     

     

     (II)

     

     

     

    ¡El libro contra el mundo… de las telecomunicaciones y similares!

     

     

     

     

     

    En ocasiones publicar un libro nos cuesta la vida, en otras son deudas, en otras una demanda judicial, incluso el silencio de los contemporáneos que atónitos  se encuentran con la acción literaria, en última instancia es una genuina acción de fe puesto que el concepto no es solo religioso, existen muchas acciones que tienen esa categoría pero son campos de otras áreas materiales, les llaman: Exposiciones de cuadros, logros deportivos, reducción de analfabetismo, metas empresariales,  eliminación de enfermedades,  cierre de edición, victorias electorales, revoluciones (victoriosas o fallidas) etc. pero muchas de estas acciones encierran esa característica “extra” de la persona o personas que se atreven a desafiar al común de las personas al publicar un libro.  Incluso existen personas que escriben un libro de un personaje real ajeno a su vida… sorprendente.

     

    Inmersos en este mundo de marketing, con una maya[4] de logos donde el éxito es similar al encuentro con millones de dólares, fortunas transglobales, imperios de bienes inmuebles etc., un libro casi es el opuesto al deseo de las multitudes en su tiempo libre, las multitudes leen cada vez menos ante el avance de youtube, twitter, facebook, radio, televisión etc. puesto que un libro habla a un solo lector, este lector o lectora también pueden ser multitudes, de modo que el fenómeno es relativo, pero pierde fuerza cada día cuando un click sustituye el esfuerzo de los jóvenes por leer más allá de la nube de las redes sociales.

     

    ¡El libro contra el mundo… de las telecomunicaciones y similares!, esta afirmación deberíamos de acuñarla y lanzar a todas las redes del planeta, debido a la pérdida del hábito trascendental del pensamiento individual sustituido por la imagen colectiva del click y el conocimiento fácil.  Todo el mundo se queja: “no tengo tiempo” y pasa horas en la computadora interactuando de diversas formas, incluso en horas laborales, se pierde el hábito de estudio a cambio de:  manejo de bases de datos, procesadores de palabras, hojas de cálculo, imágenes etc. todo en el mundo digital tiene un precio fácil y masivo, existe en cambio una democratización de la información pero no tiene criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre identidad de hombre o mujer, entre imágenes reales y falsas, entre perfiles para el engaño y otros genuinos etc., así las multitudes se vuelven manipulables, dóciles, rebaños que creen toda afirmación de los medios de telecomunicaciones, pero en su lado opuesto existe el conocimiento paciente y férreo de la duda metódica, la lógica, la filosofía, la historia, el conocimiento científico que se enfrentan en desventaja ante la ofensiva del software y el hardware; en poco tiempo hemos observado no solo un cambio cultural generacional, sino también el funeral del recurso del método en muchos estudiantes; al provocar estos cambios la educación se devalúa, puesto que todos saben el manejo de los procesos digitales, pero no tienen la forma conceptual de la creación propositiva para innovar, ni realizar cambios culturales para sus vidas, de tal forma que solo repiten y repiten, así llegará un momento que para obtener conocimiento bastará con conectarnos un microchip en el cerebro y listo, ¿para qué tanto estudio?, etc.

     

    Podríamos continuar al infinito con los temas que significan avances notables en la masividad técnica, acosta de la individualidad consciente, me parece que es la ley de cada nueva generación humana, son los signos de “otra humanidad” la cual abandona un estado mental y asimila otro, como las revoluciones en esencia encierran un cambio en la manera de hacer y pensar.

     

    Cuando un libro aparece entre nosotros no significa que sea para una minoría ilustrada, aspira a la masividad, y paradójicamente que ingrese a las redes sociales en un papel estelar; si un libro logra  ingresar a las redes sociales será para un público ilustrado,  para los que leen, estudian,  y curiosamente aprenden en internet, así se enterarán que existe un libro salvadoreño, de tal forma que la combinación libro-internet debe ser una aspiración de los autores.

     

    No obstante un libro impreso tiene un gran poder de comunicación personal puesto que restablece la introspección[5], ese ejercicio arcaico que busca la sabiduría infinita.

     

    En el libro de Mauricio Vallejo encontramos temas clásicos que reivindican las realidades latinoamericanas, desde nuestra mínima realidad salvadoreña,  a lo mejor es la misma expresión de un ciudadano universal que fotografía su ciudad e historia, con su fantasía y su pobreza. El momento que vivimos no es para quejarse del destino de las letras impresas derrotadas por las telecomunicaciones digitales, el camino del libro impreso tampoco es convertirlo en un lujo inaccesible para iniciados, el camino del libro es al final escribir la máxima aspiración de la humanidad: encontrar la verdad y conocerse para no olvidar jamás.

     

    La teoría de la reminiscencia de Platón[6] nos dice algo parecido: “En el diálogo "Menón", y con ocasión del estudio de la virtud, Platón presenta la teoría de la reminiscencia ― o anamnesia―. Esta teoría se resume en la idea de que conocer es recordar.  Implica un mundo de ideas y reencarnación,  pero nuestro tema de “recordar” significa la acumulación de conceptos que la humanidad ha adquirido en espacio y tiempo, que debe evolucionar hacia el encuentro de una sociedad más digna y justa.

     

    Ese es el legado de un libro, la condición que intenta “no olvidar” por medio de “recordar” que en nuestra nación es posible ese milagro de escribir para uno y miles de lectores, para uno y la humanidad.

     

    Otras palabras de Jorge Luis Borges:

     

    De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”. Podríamos agregar en este momento el internet, una poderosa ampliación de imagen, voz, datos, sonidos, que reproduce mucha intimidad, evita la sociabilidad, incrementa el asilamiento y no supera el contacto de persona a persona, la realidad del encuentro personal por ejemplo: el que ocurre en cualquier humilde café de la ciudad.

     

    Así en defensa del libro citemos de nuevo a Borges: “Se habla de la desaparición del libro; yo creo que es imposible. Se dirá qué diferencia puede haber entre un libro y un periódico o un disco. La diferencia es que un periódico se lee para el olvido, un disco se oye asimismo para el olvido, es algo mecánico y por lo tanto frívolo. Un libro se lee para la memoria”[7]. Esa es la misión irrenunciable, que al menos un lector construya en su memoria un referente para toda la vida…

     

     

     

    Nota en presentación del libro de Mauricio Vallejo, 24AGO012 MUPI y 06SEP012 MUTE

     

       

     

     

     

     

     

     

     



    [1] EL humor de Borges /Roberto Alifano – México: Lectorum, 2008 – pp 47-48

    [2] Cartas a los Jonquières / Julio Cortázar --  México: Alfaguara, 2010 – pp 358

    [3](Mc 4.21-25)

    16 “Nadie enciende una lámpara para taparla con una olla o ponerla debajo de la cama, sino que la pone en altoh para que tengan luz los que entran. 17 De la misma manera, no hay nada escondido que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a conocerse y ponerse en claro.i

     

    [4](ilusión)

    [5] “Método de observación de los estados de conciencia de un sujeto,  por el mismo individuo”.

    [6]http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Platon/TeoriadelaReminiscencia.htm

    [7]http://cvc.cervantes.es/actcult/borges/elementos/12b.htm«El libro», Borges oral,
    Barcelona, Bruguera, 1983, págs. 24-25