Caralvá
El triunfo popular plantea el enorme desafío de la crisis internacional desatada en las metrópolis y que desafortunadamente nos acompañará los siguientes 3 o 4 años, esto nos plantea la difícil posición de un nuevo gobierno con poco margen de maniobra en momentos de contracción económica (baja de las remesas, baja de turismo, caída de exportaciones, desempleo, baja de inversiones) anotando que la corrupción y la evasión de impuestos ha sido un problema conocido por mucho tiempo, los poderosos evasores de impuestos (Dioses de oro) quizás ahora comprendan que sus ilícitos son tan conocidos que colmaron la paciencia de amplios sectores populares y la derecha progresista, por esta razón el pueblo castigó con su voto a la actual administración; las multitudes sin escuchar ni creer una sola palabra de la parafernalia propagandística optaron por el cambio y probablemente contaron una ayuda celestial, porque el 15 de marzo de 2009 será recordado en forma parecida a aquella historia bíblica que castiga a los hombres por convertirse en “Dioses de oro” (Ex. 32:30-35), “todo pecado se te perdonará excepto los pecados de oro”.
Es el momento de comprender que el máximo triunfo es la democracia, atrás queda la discusión política y las fracasadas acusaciones, ahora la nación se prepara para una nueva visión social con una realidad incluyente, porque antes del 15 de marzo la nación parecía un monólogo de sectores “arrogantes y poderosos”, ahora el diálogo rompe la monotonía social y abre enormes posibilidades para la primavera de la democracia, gracias a la poderosa voluntad popular que eliminó con su voto la palabra: “imposible” del diccionario político salvadoreño.
Es el momento de la democracia, no aplican conceptos como: “oligarquías, lucha de clases, dictadura del proletariado, partido único”, porque la historia demuestra que el funcionamiento de la institucionalidad, al menos por ahora, es más poderoso que antiguos conceptos ideológicos, a fin de cuentas no votamos por “ideología”, “ni por el cambio de un sistema económico” votamos por la institucionalidad del mejor sistema que la humanidad ha conocido: la democracia.
Si inauguramos la primavera de la democracia, la nueva administración debe tener como prioridad, un amplio pacto social hacia la unidad nacional, con la mayor eficiencia de la administración pública y la transparencia en el manejo de los dineros del pueblo. La confianza política, como la gobernabilidad se construye otorgando responsabilidades y compartiendo objetivos nacionales.
Si conocemos nuestras necesidades como pequeña nación, si comprendemos nuestra dependencia alimentaria o hidrocarburos y que no todo es un desastre en la economía, caminaremos juntos hacia un nuevo El Salvador.
Además después de 20 años, podríamos jurar que el 15 de marzo de 2009 es: “la justa mano de Dios”.. (Lib. Sab.Cap. III, I)
primavera de la democracia salvadoreña
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La primavera de la democracia salvadoreña