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prooligarquicos

  • Muestras públicas de odio y desprecio a duelo familiar

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    César Ramírez

     

    @caralvasalvador

     

    El primero de junio de 2014 se efectuó el traspaso de mando presidencial de la Administración de Mauricio Funes a Salvador Sánchez Cerén, el acto solemne fue transmitido por diversas redes sociales y medios de comunicación, las delegaciones y misiones sumaron más de un centenar de amigos de El Salvador. La clase política asistió como testigos de un evento trascendental: “el segundo gobierno de izquierda en la nación”, un acontecimiento sin precedente en la historia republicana. Los actos protocolares sucedieron con pequeños fallos aceptables, mientras la expectativa crecía ante la llegada de los poderes de la nación: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, de esta forma con el auditórium pleno ingresó el ciudadano presidente Mauricio Funes, quién con dificultad llegó a la ceremonia por el fallecimiento de su madre el día anterior; en su trayecto podíamos adivinar sus pensamientos por una gestión llena de dificultades y muchos éxitos, con grandes sobresaltos en toda la línea del tiempo. En el presídium del evento se encontraba la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa, el presidente saludó a cada uno de los secretarios, no obstante los miembros del partido ARENA se negaron a estrechar la mano y dieron la espalda al ciudadano presidente, los ojos del mundo fueron testigos de un acto abolido incluso en los protocolos de enemigos militares, una falta de respeto, honor y reconocimiento a la más alta calidad ciudadana. Pocas horas después un desfile bufo convocado por ARENA recorrió algunas calles de la ciudad, ese carnaval grotesco, satánico, infame y vergonzoso se presentó al hospital donde yacía la madre del expresidente Funes, e hizo gala del desprecio al dolor familiar y su duelo por un ser querido, tal acontecimiento liderado por lumpen sociales parecían disfrutar de sus expresiones perversas y degeneradas, su odio es de tal naturaleza que no ocultaban su desprecio por el dolor ajeno, al igual que los nazis celebraban la muerte de sus opositores. Estos actos generan repudio, el irrespeto a la memoria de los seres queridos es observada incluso por los ejércitos enemigos, por ejemplo en Vietnam, existía después de los combates un pacto de silencio de armas para retirar a los cuerpos de los soldados y permitían las ceremonias fúnebres de ambos bandos, los cronistas rescatan el respeto de los soldados norteamericanos y vietnamitas por sus combatientes, unos con ritos budistas y otros con tradiciones occidentales, existía honor y respeto. Pero estas acciones de honor y respeto no sucedieron en ese acto repudiable del desfile bufo convocado por ARENA, políticos fracasados y un líder pronazi, -que buena escuela trae de aquella Alemania repudiable-, es un precedente de odio, cobardía y cinismo de los ejecutores de tan lamentable acto. Las expresiones de estas personas muestran que no tienen límites éticos, confunden la política con el odio personal, sin respuesta a los planteamientos estratégicos, responden con irracionalidad a las realidades sociales, como aves que se estrellan en los cristales contra la imagen de espejo, no distinguen entre la realidad y la fantasía extremista. Imaginemos que esta acción inicie un modelo de conducta fanática, en el momento que ellos sufran la pérdida de sus seres queridos, otro grupo social asistirá a sus funerales con cohetes de vara y mariachis, mientras payasos se burlarán de su luto por las calles de la ciudad, portarán un cartel gigante con la leyenda: “favor avisen cuando se muera su madre”… pero no sucederá: por honor, respeto y reconocimiento al dolor del adversario.  www.cesarramirezcaralva.com