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respuesta a violencia

  • El templo destruido en tres días

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    Caralvá

     

    Nuestra sociedad no tiene el hábito de la reflexión sobre su futuro, no existe ese ejercicio social que incluya los intereses nacionales con elementos propositivos, todo es cuestión de proyectos que terminan usualmente en nada, eso se debe a diversos cambios gubernamentales (o políticos), de esta forma cuando llegan los nuevos administradores parece que el templo es destruido en tres días y reconstruido en los siguientes tres años para iniciar de nuevo otro ciclo. De esa forma una y otra vez repetimos la historia conocida; la reflexión sobre logros, avances o retrocesos no existe, excepto en los hallazgos contables, pero en el desarrollo humano como educación, salud, integración económica, movilidad social, seguridad,  el panorama se torna nebuloso.  Si reflexionamos sobre nuestro futuro, deberíamos estar muy preocupados por el nivel de participación en los acontecimientos que nos agobian, entre estos aspectos: la administración de justicia, el uso de armas de fuego, la migración, la multiplicación de asociaciones ilícitas, etc. que nos perjudican a todos. El llamado natural a solucionar estos problemas es la clase política, pero ¿qué sucede si esta no responde?, al menos en nuestra nación no existe un mecanismo que demande nuestros intereses, vivimos en ese vacío marginal que puede catalogarse como:  “abandono a nuestra suerte”, después del momento electoral. Durante los años del autoritarismo la sociedad evolucionó en algunos niveles populares hacia la “auto-organización”, pero con un sentido ideológico, los resultados fueron los actuales partidos políticos, pero en tiempos de posguerra, en tiempos de paz ¿Cómo nos defendemos ante la mala administración de justicia? ¿Cómo creamos un mecanismo civil que demande acciones acertadas a la clase política? ¿Cómo actuamos ante la corrupción de algunas autoridades? No existe ese derecho ciudadano, quizás sea el momento de crearlo, un derecho que nos proteja de algunas estafas políticas que sucedieron en el pasado, promesas incumplidas, enriquecimiento inexplicable. Vivimos la fragmentación de sectores sociales: los que viven en zonas con influencia de asociaciones ilegales y quienes están fuera, antes eran fenómenos focalizados, ahora son visibles por muchos puntos de la ciudad, ¿Cuántos lugares de la ciudad están libres de grafitis? Eso nos plantea la ausencia de un derecho ciudadano, porque parece que en los muros no hay gobernabilidad, ni control, ni siquiera protestas por la multitud de signos agresivos y territoriales. Debemos reflexionar y actuar, esto no solo refleja la debilidad institucional en muchas áreas y también la débil capacidad de respuesta de la sociedad civil, quizás porque durante décadas la ciudadanía fue educada para obedecer sin cuestionar nada, la represión era absoluta, pero ahora en tiempos democráticos la asociación civil debe imponerse más allá de un partido político, ¿acaso no podemos construir asociaciones civiles por la paz?.

     

    Me parece que en algunas situaciones somos rehenes legales ante los acontecimientos políticos, donde solo la clase política tiene garantías, mientras los ciudadanos comunes no tenemos defensa ante la violencia ciega de los delincuentes; de ahí que nuevas formas asociativas defensivas deben considerarse porque la debilidad del Estado es notable, de ahí que tratar de impulsar nuevas organizaciones civiles más allá de una campaña electoral debe ser tomada en consideración por todos, antes que sea demasiado tarde. 

     

    www.cesarramirezcaralva.com