Caralvá
El dramatismo de la fotografía: un joven atacando navaja en mano a otro desarmado, refleja la violencia de nuestra condición social.
En años anteriores los pleitos callejeros entre escolares, eran situaciones rutinarias, usualmente porque los autos atrapados entre pedradas no podían más que observar estas riñas matutinas, no obstante estos conflictos sin sentido alguno, han escalado mayores niveles de agresión, llegando a paralizar institutos nacionales, amenazas a los docentes, actos vandálicos de diversas naturaleza y otros no menos graves en el área multimedia.
Las soluciones a esta problemática nos implica a todos: gobierno, alcaldías, legisladores, justicia, religiones, partidos políticos, padres de familia, maestros, asociaciones de vecinos etc. de tanta complejidad es el problema que se requiere una nueva visión de tratamiento social con herramientas que por el momento no es posible que un solo sector realice, casi necesitamos el milagro de transformar esa violencia en formas creativas positivas.
Las opciones fáciles son los modelos represivos de cualquier escala, los caminos difíciles son las propuestas de re-educación, integración y reintegración a la sociedad productiva.
El conjunto de acciones sociales en realidad requiere de un cambio cultural tan amplio donde intervengan: la Empresa Privada, Iglesias y entidades internacionales de desarrollo en apoyo a las iniciativas gubernamentales para reestablecer los tejidos sociales.
En otras naciones el camino largo parece que tiene mejores resultados, en algunos casos las personas con adicciones a drogas se ubican en áreas especiales con controles médicos con lo cual se limita y controla la expansión de enfermedades como el síndrome de inmunodeficiencia, estas áreas restringen el narcotráfico y evita contactos con terceras personas; en Norteamérica las asociaciones de vecinos son modelos preventivos, mientras las iniciativas municipales y privadas han logrado programas exitosos contra la violencia juvenil y pandillas, por medio del rescate del barrio.
En nuestra nación, los modelos de investigación social para cambios culturales, parecen ciencia ficción, pero es mejor iniciar pronto proyectos de investigación antropológica que aglutinen las experiencias de los últimos 10 años y propongan soluciones, la nación no puede esperar más experimentos fallidos y sin resultados.
Algunos sectores sociales consideran culpable solo al gobierno de turno, quizás solo sea un ardid para disminuir su popularidad, pero olvidan mencionar que la solución a este y otros problemas, incluye la vigorosa presencia de todos los sectores..
No obstante algunos factores externos inciden en este problema de violencia juvenil: la crisis económica, la facilidad de obtención de armas y drogas, el contacto con culturas delictivas o criminales.
Un aspecto poco tratado pero de vital resultado es la participación ciudadana, debemos establecer una franca colaboración con la policía nacional y construir puentes ágiles de comunicación interactivos hacia la denuncia y prevención de los delitos sociales.
La participación ciudadana es un argumento central para prevenir la violencia juvenil, en ese aspecto todos somos parte activa.
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