Caralvá
En muchas de nuestras actividades sociales, nuestras “creencias” políticas nos limitan o expanden sobre cada acción que realizamos. Durante años ha sucedido un acontecimiento que implica las conductas sociales, porque los criterios de creencias políticas implican valores y acciones sociales.
A lo largo del siglo XX fuimos educados por la represión a cada paso, represión de todo tipo (no es extraño por eso, que nuestra etnia tenga un enorme instinto de supervivencia). Entre algunas formas de represión simbólica están calificativos de comunistas, subversión internacional, terroristas, hasta jóvenes engañados o cómplices de los curas sotanas rojas, etc, etc, de ahí que la aspiración democrática ciudadana ha sido canalizada hacia diversos entornos políticos. De igual manera la violencia legal, por su condición institucional es observada como acción permisiva, tanto que la antigua policía, como el antiguo ejército, junto a organismos paramilitares, organismos de inteligencia “contrainsurgente”, sistemas policiales con especialidad en seguimiento de opositores políticos… etc, cometían toda clase de tropelías contra muchos inocentes, eso fue la norma que marcó generaciones de salvadoreños, que no solo eran reprimidos en formas armadas sino también desde las sutiles condiciones divinas, de ahí la confabulación hacia explicaciones de la santidad en la pobreza, pero esa misma condición de vigilancia y preferencia por la pobreza impuesta no era para todos, sino solo para aquellos que cuestionaran el sistema político dominante. Surgió la creencia que la represión era buena porque terminaba con los opositores, fueran estos miembros de la etnia, miembros del Estado Mayor que luchaban contra la dictadura del martinato, demócratas en general opuestos al régimen militar, ilustres miembros académicos del Consejo Superior Universitario…etc. ¿por eso se pide ahora represión? ¿La represión es la solución?
Pero nuestro sistema de creencias, identifica varias condiciones básicas como nuevos modelos democráticos, que no son únicamente las acciones incluyentes dentro del sistema legal. Las nuevas realidades son: el gobierno, los negocios, las formas económicas, la política o nuestra sociedad con dramáticas condiciones migratorias, las perspectivas mundiales, etc, que nos hacen recordar al autor Peter F. Drucker, sobre las nuevas visiones mundiales.
Las creencias sobre (de)formación democrática heredada por generaciones o el antiguo modelo de represiones sigue presente. No obstante las nuevas visiones que las realidades nos exigen, nos colocan en la ardua tarea de comprender que no necesitamos más formas ideológicas, como bien lo escribió en 1960 el sociólogo Daniel Bell, porque las propuestas están agotadas. Pero nuestra sociedad como otras, no necesita vivir en el conservadurismo a ultranza como es la creencias de algunos, sino una vertiente hacia el liberalismo, en todo caso el avance de la participación ciudadana, eliminado el paternalismo y el nacionalismo que solo exalta y enaltece la represión como reivindicación sagrada; no es posible que los conservadores sientan orgullo por los abusos del pasado y celebren como victorias sus “crímenes contra intelectuales”, esto no es deseable y si observamos los sectores que defienden las tendencias opuestas, el reto es mayor, se debe aceptar que definitivamente el tiempo, los escenarios, las condiciones circunstanciales que tan creativamente se prepararon en los pasados 30 años, han cambiado y ya no existen. Debemos convencernos que los enemigos comunes son la delincuencia, los sicarios, los extorsionistas, la pobreza estructural y dentro de la democracia está al menos parte de la solución.
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