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Somos “confiables” políticamente

Caralvá

La confianza política implica la condición de predicción sobre nuestro futuro social.
En términos generales la confiabilidad política descansa en la capacidad de un sistema político de funcionar regularmente, operando con eficacia dentro del Estado de Derecho, con participación ciudadana y garantizando los derechos humanos.
Aún no llegamos al nivel de considerarnos pluriétnicos, la etnia original como tal, no es reconocida en ninguna parte de nuestra Constitución, no se reconoce su existencia. El no reconocimiento de la etnia original nos caracteriza como excluyentes, le negamos a la etnia su legado en la historia nacional, no aparecen ni en los censos oficiales, cuando son el 12% de la población nacional; esta es una muestra de negación de derechos humanos.
Pero en relación a este contexto de confiabilidad política, los acontecimientos del 5 de julio, son una muestra de la incapacidad de armonizar los intereses contrapuestos legales (transparencia partidaria), porque aquello fue una muestra grotesca de la ilegalidad total y terrorista. Existió una ruptura histórica de un grupo que usa las armas indiscriminadamente, lo que provocó el rechazo general de la ciudadanía.
Existen dudas sobre nuestro futuro y reflexionamos: ¿ante los ojos de las naciones, ante los organismos internacionales, somos confiables políticamente? … Es una pregunta que debemos hacernos puesto que el momento lo amerita. No se trata de estigmas de derecha o izquierda, hablamos de la nación que esta sobre la ideología y sobre las caracterizaciones de Fascismo o Comunismo.
El principal golpe del 5 de julio, no es hacia un partido político, sino hacia nuestra confiabilidad política como nación, aquello ha sido lo más negativo que ha sucedido desde los tiempos de la guerra, nuestra confiabilidad política ha descendido estrepitosamente.
La forma de recuperar la confianza política es realizando un pacto social entre las principales fuerzas políticas, con acciones verificables en tiempo y espacio.
Esto permitirá que nosotros seamos un país predecible, donde podamos afirmar por ejemplo, la no existencia de grupos armados irregulares, que se respete la propiedad privada, que la vocación democrática y participación ciudadana sea sagrada, que las leyes determinen su acción antes que las presiones políticas, que dentro del conglomerado social poseamos un proyecto de nación, que el reconocimiento a la etnia sea elevado al grado constitucional. En una nación predecible en democracia, no existe la extorsión por trabajar, ni el terrorismo, ni grupos de narcotráfico sobre las leyes.
Una nación predecible debe unir la historia con la realidad a futuro, bajo el signo constitucional, de ahí nace la vocación democrática. Somos más confiables políticamente si nuestra clase política piensa más en nación y no como partido político. La nación necesita una clase política que incluya a los opositores como parte de la gobernabilidad y no únicamente bajo su esquema partidista, necesitamos una clase política que interpretando el clamor popular, impulse el cambio y la movilidad social, con reformas urgentes en muchos campos sociales. Una nación debe predecir su futuro junto a la paz y la democracia, no en guerra y la anarquía. El avance hacia el futuro de la clase política es posible, si identifican enemigos comunes de la democracia, antes que enemigos partidarios, así al menos existirá un leve espacio de acercamiento.
http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=2909

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