Caralvá
En menos de 10 años del Siglo XXI, la sociedad latinoamericana se encuentra con realidades impensables tan solo 20 años atrás, esta nueva condición es el triunfo de nuevos agrupamientos sociales (populares) latinoamericanos sobre diversas tendencias conservadoras.
Es bastantes débil calificar a los agrupamientos ciudadanos bajo el criterio de derecha o izquierda, sería mejor calificarlos de ciudadanos por el cambio o los opuestos a todo cambio social, llámese a estos últimos: reforma, status, institucionalidad, calidad de vida, apertura democrática, transparencia, gestión ciudadana, etc. porque en el fondo no desean la modernización del sistema capitalista.
La realidad latinoamericana muestra un cansancio hacia los esquemas tradicionales conservadores, los nuevos agrupamientos sociales de escasos recursos, han llevado al triunfo a los nuevos líderes latinoamericanos.
Teóricamente la responsable directa de este vuelco democrático es la política económica impulsada por las fuerzas conservadoras, su política excluyente y la arrogancia de proteger la corrupción y la impunidad. Muy a su pesar, las propias fuerzas conservadoras son las causantes de su triste destino.
Junto a este rechazo de las políticas económicas, los nuevos líderes latinoamericanos, son profetas desarmados, son líderes que ni por asomo mencionaron el uso de las armas para llegar al poder político.
Los profetas (políticos) desarmados son el nuevo símbolo de la democracia latinoamericana.
Esto nos plantearía la hipotética pregunta: ¿han muerto las revoluciones en América Latina? No podemos afirmar tal hipótesis, tampoco negarla, porque la historia es la primera en destrozar las profecías infundadas, pensemos mejor que al menos en esta generación no sucederá.
Un factor condicional de la nueva realidad política Latinoamérica es el “tiempo de resistencia de la democracia”, ¿podrán soportar las fuerzas del “no cambio”, todo este avance pasivamente? Al menos por el momento, la democracia se fortalece cada día, porque el rol de las fuerzas armadas del continente lo permite.
Paradójicamente el ascenso de las fuerzas del cambio, permite comprender los beneficios del juego electoral, con una nueva óptica en sociedades con subdesarrollo capitalista; al menos esos cambios favorecen los ascensos sociales y con más precisión la movilidad social.
La función de los nuevos profetas desarmados, es llevar hasta el límite máximo la democracia latinoamericana, demostrar que es posible gobernar para todos, lo que antes se consideró un patrimonio de las fuerzas conservadoras. Las fuerzas conservadoras han proclamado tradicionalmente que los ricos son idóneos para gobernar porque ya tienen dinero, esta es una afirmación infantil, porque si revisamos nuestra historia reciente sobre: fraudes, robos, desfalcos, evasión fiscal etc…los autores tienen apellidos ilustres en la nación… no se llaman: Juan Pueblo.
En la nación han existido profetas desarmados ¿qué otro nombre podemos atribuir a valiosos ciudadanos que ofrendaron sus vidas por la realidad que vivimos?
Es tiempo de profetas desarmados, ellos cumplen su destino al modernizar las estructuras sociales dentro de marco democrático y las revoluciones sociales armadas son piezas históricas.
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