Caralvá
Tenemos medidas para todo, pero cuando tratamos de identificar la edad de las tendencias políticas la respuesta no es fácil. Usualmente como en la filosofía, estás no mueren porque son visiones del mundo, son expresiones de la realidad histórica y del modelo de producción, de modo que al hablar sobre tal o cual período el tema se torna apasionado. Podemos indicar que algunas personas literalmente mueren pensando con las “botas puestas” a pesar que los tiempos no correspondan con su pensamiento, lo cual connota fronteras con la literatura universal.
En cierto momento, las opciones políticas personales no sobrevivirán a los argumentos de cualquier tipo, porque las soluciones se agotan, los tiempos de factibilidad no funcionan para toda la vida y quizás deberíamos de aprender de los errores del pasado.
Es conocido el camino de la dictadura a la democracia, parece que este esquema no es una ley, pero refleja mucho de lo vivido en los últimos años.
Algunos elementos del envejecimiento son las muertes de algunos personajes históricos, los cuales construyeron esta realidad, pero junto a ellos también existen conceptos que se niegan a morir, a pesar del significativo avance de las instituciones, logros económicos, procesos electorales, signos alentadores de la paz social, pero se necesita con urgencia el relevo generacional y un nuevo discurso político acorde con la demanda social.
El envejecimiento político se puede pronosticar antes del período electoral, durante la elección de instituciones, durante el ejercicio de algunos funcionarios, licitaciones públicas, otorgamiento de becas, la aplicación de la justicia etc… este envejecimiento incluso tiene expresiones en grupos familiares, existe tradición en determinados cargos del partido o en funciones públicas, incluso la disidencia en algunos sectores es familiar.
En la realidad salvadoreña hay asimetrías, por ejemplo es notable el avance de los medios de comunicación, la banca, las finanzas, la inversión internacional pero su contraparte en: la agricultura, la migración, la educación superior, la administración pública, incluso en ejercicio legislativo, no corresponden a la demanda de postmodernidad nacional.
La pregunta que emerge ante nuestra realidad es: ¿existe o no envejecimiento del discurso político? ¿Existen renuncias a propuestas políticas desde hace 30 años en: partidos políticos, ejército, iglesia, banca, sectores financieros y los medios de comunicación? ¿o son las mismas, con bajo perfil, pero sin renunciar a ellas?
En cualquier caso, el avance internacional demanda hoy, un cambio de discurso, con nuevos modelos en el sistema educativo, el enfoque a las reformas, la función de los sindicatos, los grupos opositores, la seguridad social, la política de alianzas y la forma de administración del Estado.
Cambio cultural, renovación generacional, modelo económico, marcan escenarios de transición, la nación no puede ser fragmentada con banderas de una u otra administración, necesitamos un único discurso ante el conglomerado internacional económico y las demandas de: el petróleo, el endeudamiento público, el comercio internacional, la migración de poblaciones, el narcotráfico, el crimen organizado etc.
Aggiornamento es adaptarse al progreso, a parte de ser una acción inteligente, ayudará a muchos a no perder la “hegemonía” y cambiar puntos “inamovibles” de otras épocas.
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