Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

Los transportistas no son los culpables

3f6eca6bd7fd432018a3a4301d41dacf.jpg



Caralvá

La realidad nacional no pasa por los políticos en estos momentos, sino por las estaciones de gasolina. Es notorio el nivel de incertidumbre que causan los precios del petróleo en esta nueva catástrofe económica mundial. La política energética nos ata a un cepo de tortura, porque nuestra nación es víctima del consumo de energía fósil. No existe a corto plazo una solución, pero es notable la ausencia de un plan nacional que prevenga el impacto social de este incidente.
Michael T. Klare en su libro: Blood and Oil adelantó esta crisis petrolera, indicando: “el creciente riesgo de una escasez petrolera permanente; la demanda del petróleo y gas natural por naciones emergentes como India y China; los constantes conflictos por la escasez en la producción y abasto; finalmente la ausencia de alternativas energéticas de uso intensivo”.
Acaso es posible aliviar, aunque no solucionar esta condición por la liberación del pago de impuestos de la gasolina a los ciudadanos, promover el subsidio a los transportistas y la renuncia de los márgenes de ganancia de las petroleras, puesto que la lógica de estas industrias petroleras no es la lógica del pueblo y quizás tampoco la del Estado.
En casos como este: ¿Qué hacen las petroleras para solucionar el problema? ¿Dónde están sus propuestas mundiales? ¿Qué aportan al desarrollo nacional al aumentar los precios del petróleo y sus márgenes de ganancias?.
En este panorama los transportistas no son los culpables, ellos al final son parte de la cadena comercial, lo único que hacen es intentar un margen de rentabilidad para reproducir el modelo capitalista, porque acá no existe Caín ni Abel, se trata de un paradigma energético mundial.
¿Por qué solo los consumidores debemos pagar estos costos? ¿Por qué no todos renunciamos a algo? Quienes deberían liderar esta condición de renuncia es la clase política, no los pobres que cada vez somos más y seguiremos así hasta la próxima generación, si no iniciamos “acuerdos mínimos” de nación en esta catástrofe mundial.
Como consumidores debemos enviar un mensaje ante tanto disparate económico, porque al final, si no podemos con los gastos de combustible, tendremos que modificar nuestro esquema de trabajo, nuestras metas, al final el desarrollo de la nación, perderemos en transporte y no quedará más que adoptar otros medios energéticos más económicos.
Ahora: ¿Qué hacer?... la respuesta es una renuncia pública de todos los sectores a sus márgenes de ganancias, iniciando por las petroleras, el Estado, la clase política, incluso aquellos funcionarios que se aumentan el salario (constitucional) a su antojo y sin contemplaciones, renunciar a politizar el tema es otro gran elemento a favor de los partidos políticos; los transportistas no son los culpables, pero también deberían renunciar a las “acciones de hecho” que dañan más a los trabajadores y los ciudadanos enviando un mensaje equivocado a potenciales aliados, los cuales en su momento podrían unirse a favor de precios justos de la gasolina y sus derivados.

http://www.diariocolatino.com/es/20071101/opiniones/48721/

Comentarios

  • Buen Post. Hizo falta la mención (sustancial a mi juicio) de: A) Los jeques dueños de los recursos y B) las petroleras estatales (Rusia, Brasil, Venezuela, Arabia Saudita) cada vez más importantes

Los comentarios son cerrados