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Santos poetas y Gabriel

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Caralvá

En el mezanine del Hotel Geneve de México aconteció una charla iniciada hace 20 años. Nada podía ser tan teatral y descriptivo como nuestra reunión en México.
Por cierto re-unión tiene la connotación de otras acontecidas hace 2 décadas o más, esto sucede cuando el tiempo no cuenta.
Si me hubiesen dicho que el Hotel Geneve sería otro punto de encuentro en mi futuro habría pensado que era un chiste y muy malo… pero por coincidencia vale mencionar, hace 20 años ese hotel fue otro punto de encuentro, de ahí partió una delegación socialdemócrata hacia El Salvador, cuando las débiles luces de la paz apenas eran del tamaño de luciérnagas en fuga, conste que ahí estaban presentes muchos amigos que ahora recordamos por siempre. Aquellos años de guerra interminable ni siquiera imaginaban en sus mejores escenarios, que un día todo sería un lejano recuerdo. En ese sitio Guillermo Ungo, Héctor Oquelí, Rubén Zamora, Bianca Jagger y muchos más, connotaban un terrible esfuerzo socialdemócrata por la paz cuando esa sola palabra significaba muerte, en El Salvador.
Eran los años ochentas que significaron la activación política del MNR y MPSC que posteriormente se llamó Convergencia Democrática, porque en esos tiempos solo eran FDR.
Esa era parte de mi memoria con una mezcla de fugaces fotografías del mismo sitio, con pequeños relatos de mis amigos y Bianca Jagger (Blanca Rosa Pérez Mora); por esas extrañas coincidencias Héctor Oquelí me delegó para recibirla en el Aeropuerto y ayudarle durante su estancia en México, recuerdo que llevé un rótulo con su nombre, porque no tenía ni idea como era, solo sabía que había sido la esposa de Mick Jagger, ese perfecto desconocido. Como quiera que fuese, nos encontramos y platicamos un par de tonterías, luego la acompañé a su suite, ahí platicamos sobre el proyecto de paz en Centroamérica y El Salvador, ella caminaba con pasos lentos, ese día almorzamos junto a un delegado canadiense, por cierto recorrimos Reforma en busca un sitio de pescados y mariscos, ella preguntó si no estaba lejos, pero al fin caminamos; ha sido lo más cerca que he estado del rock en su esencia mítica. En realidad disfrute de ese almuerzo, luego regresamos y quedamos de reunirnos por la noche, pero no fue posible debido a una cena oficial programada para toda la misión. La delegación partiría al día siguiente… ella continuaría por años su misión pacifista en Kosovo y Bosnia. Aquella noche junto a otros amigos fuimos a un sitio muy cerca de la Glorieta de Insurgentes a escuchar Hard Rock, los clásicos y al TRI.
Pero 20 años después, todo había cambiado, casi parecía otro sitio, de no ser porque el restaurante aún tenía la visión ampliada y la entrada rocosa junto a la pequeña fuente….no lo habría reconocido. Aquél día 16 de septiembre, me encontré con Gabriel Otero, amigo con quién compartimos grandes proyectos y referencias de autores. La visita en todo caso a México tenía la esencia del relámpago, de manera que al llegar apenas me registré y regresé a entregar los libros que llevaba de encargo de Javier Alas y otros que le entregué de mi parte. Ahí estaban todas las recetas de la poesía impresa: Roque Dalton, Roberto Armijo, Poetas por El Salvador… entonces actuamos como personajes de viejos libros, bebimos la palabra y nos emborrachamos de citas.
Homero Aridjis: El canto bajo la bruma/alumbra en su vuelo/un camino.
Ariel Bautista: elogio del antisoneto; Miguel Angel Godínez: Es como empezar a escribir, para ya nunca parar de hacerlo. Así como lo oyes: nunca, nunca, nunca…
Nicanor Parra: Durante medio siglo/ la poesía fue/el paraíso del tonto solemne./ Hasta que vine yo/ y me instalé con mi montaña rusa/Suban, si les parece/Claro que yo no respondo si bajan/echando sangre por la boca y narices…
Debo jurar que estas citas son post-morten, a lo máximo que llegamos fue a los nombres, para no delatar nuestra ignorancia… pero en la misma forma del primer encuentro con Gabriel y René Rodas, al reunirnos pronunciamos citas y las más humildes palabras que a coro repetimos: “¡Que viva el Suplemento Cultural 3000!” un poco más y: “poesía o muerte”…
Pero habían algunos nombres que no podíamos esquivar y con autoridad los pronunciamos: André Cruchaga, Jaime Sabines, Vicente Huidobro y Javier Alas, muchos más, David Escobar, Otoniel Guevara, Mario Noel, Julio Iraheta.. etc. al final eran parte de nuestro mosaico de palabras, además teníamos a la mano un arsenal de libros, el Colatino y el Suplemento 3000 (18 aniversario).. pero ya estábamos mareados de tanta poesía, con la leve ayuda de las “negras-modelos”.
Javier estaba presente, a la inversa de nuestras reuniones en San Salvador, donde Gabriel era el representante de la anti-materia.
Terminamos por lo sano, para no continuar el camino de Wall Street, porque ya parecíamos locos y repetíamos: “a los locos no les quedan bien los nombres” de Roque Dalton…
Entonces recorrimos esas calles de la Zona Rosa, donde el nombre si delata el olor a mar y banderas expatriadas de muchos trajes rituales del mundo, con jóvenes tomados de la mano y disfrazados de noche sin anuncio alguno de carnaval. Nos despedimos para encontrarnos unos días después, no sucedió, por inesperados eventos comerciales. Ahora que lo pienso, es la segunda ocasión que me sucede en 20 años, al menos tengo la certeza que no ocurrirá una tercera ocasión…
Tengo la conciencia tranquila y creo haber ganado un pequeño espacio en el cielo, después de mencionar a santos poetas con sus reliquias de amor, odio y su amarga métrica explosiva.











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Comentarios

  • Estimado amigo: Muchas gracias por hacer refrencia a mi nombre y tenerlo en la alforja de tus sublimes recuerdos. El artículo es sumamente interesante: el periplo de la memoria, siempre resulta un acto de polen espacinéndose entre los alelías del aire. Gracias.

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