Caralvá
La XVIII Cumbre Iberoamericana de naciones a realizarse en San Salvador los días del 29, 30 y 31 de octubre es un foro apropiado para proponer soluciones a la crisis financiera internacional, porque a fin de cuentas, en este barco capitalista navegamos la mayoría de las naciones de este continente.
El pasado 23 de septiembre en las Naciones Unidas, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva afirmó: "Dado el carácter global de la crisis, las soluciones que vayan a ser adoptadas deberán ser también globales, tomadas en espacios multilaterales legítimos y confiables, sin imposiciones".
Esta condición de múltiples actores y un solo problema, aplica para otras crisis en pleno desarrollo: la emigración, el cambio climático etc.
La crisis financiera a fin de cuentas parece acelerar aspectos dramáticos de nuestra realidad latinoamericana, entre ellos el retorno de los emigrados a las naciones de origen provocado por el desempleo en Estados Unidos, anotando además los controles laborales y la criminalización de su estatus; esta acción de repatriación provocará serios problemas en las naciones receptoras, porque las oportunidades de trabajo son escasas, además algunos de estos personajes llegan con historiales delictivos, agregando que se tienen pocas alternativas para emplear a estas personas; no obstante en México se experimenta con un plan de integración económica para los repatriados y la mejor aplicación de sus conocimientos.
La organización mundial del trabajo OIT, ha pedido tratar la crisis no solo en su aspecto financiero, sino considerar el aspecto humano, porque este efecto abarcará desde ahora hasta fines de 2009, donde aproximadamente 20 millones de personas, perderán sus empleos, así lo afirma Juan Somavia, director general de la OIT.
Estos números y el panorama sombrío no debe llenarnos de pesimismo, quizás debe ser un desafío para proponer acciones posibles ante los mandatarios que se reunirán en San Salvador, puesto que la crisis financiera toca el corazón de las economías y el de nuestros bolsillos.
Las propuestas para salir de este panorama son cruciales para los próximos años, la agricultura y su modernización no pueden esperar más.
En todo caso, este fenómeno tiene elementos que implican no solo a los financieros que originaron esta errónea visión del valor, sino a la clase política junto a nuestras naciones, a fin de cuentas podemos ser desempleados pero conservaremos nuestros conocimientos, nuestros valores, el coraje para salir adelante, la fe en un mundo mejor.
El dinero es un recurso, es la representación del valor del trabajo, no es la persona, es una imagen de uso y cambio, pero no es nuestra vida de uso y cambio, solo es eso, un papel moneda.
De ahí el clamor para que las clases políticas continentales se unan a favor de los asalariados y defiendan los empleos por medio de un modelo de representación dineraria, que de ser necesario opte por un nuevo acuerdo monetario internacional en defensa de nuestras naciones. Un viejo bolero dice: “el dinero no es la vida, es tan solo vanidad”, tal vez ahora seamos más humilde ante las personas y no ante el dinero.
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