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El presidente de todos

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Caralvá
Cuando pronunciamos una frase de tal naturaleza, inmediatamente recordamos a los partidos políticos ¿por qué debe ser así? Si el proceso electoral es parte del pasado.
Seguro que nuestro razonamiento se debe a la tozuda (mala) educación generacional de considerar al Presidente de la Nación como representante de un partido o representante de la casta militar, desafortunadamente así ha sido en el siglo XX y estos años del siglo XXI; ha sido impensable afirmar que el presidente dedica todo su esfuerzo a construir la paz y defender los intereses de la nación sobre los intereses partidarios.
Pero ese es el trabajo para los siguientes años, construir la unidad en una nación dividida entre colores y banderas, porque la democracia no es solo el evento electoral al delegar a los representantes políticos una vez cada 5 años, se trata de participar en decisiones: “de ahora en adelante”, para eso se deben crear mecanismos participativos y escuchar a la ciudadanía, establecer nexos entre los ciudadanos y sus diputados, entre las multitudes, sus ministros y el presidente. El caso que no existen estos mecanismos en la nación, no significa que no podamos adoptarlos, para eso esta la tecnología de Internet, videoconferencias, youtube, mensajería electrónica, etc. Los hábitos de comunicación han cambiado, adoptarlos es el desafío de la democracia.
Adoptar los intereses de la nación sobre los intereses partidarios, también corresponde a los diputados y alcaldes, conocemos los grandes males de la nación, con breves visitas a blogs, sitios de Internet de opinión, periódicos físicos y digitales, las denuncias son tan graves que no distinguen entre partidos ¿Por qué entonces no adoptar las banderas ciudadanas? Después de todo la delincuencia, el narcotráfico, los grupos de bandoleros siguen actuando y dañando a inocentes. Pero la educación se inicia por casa, la clase política es la llamada a cambiar, porque sobre ellos recae el mayor ejemplo de unidad ante la decadencia de los valores tradicionales: honradez, trabajo, respeto a los mayores etc.
Estas condiciones son posibles si construimos la paz como un estado de conciencia social, producto de la extrema realidad nacional, esa desastrosa realidad que implica sicariatos, asesinatos de motoristas, de jóvenes, extorsiones, violencia, corrupción etc., y debemos compartir la nación con esta nueva realidad, porque la paz es la única que nos da elementos de esperanza y liberación, porque es opuesta a la resignación y la opresión, considerando que si existe pobreza en amplios sectores populares, no puede existir paz, puesto que la pobreza origina dinámicas anti-sistema que tarde o temprano terminan en ruptura social.
“El presidente de todos” deberá construirse, deberá edificarse como un producto histórico, dentro del acontecer nacional.
Quizás vivimos tiempos de paz y transición, donde pronunciar: “el presidente de todos”, no implicará más un sentido individual y caudillista, sino un elemento transformador e incluyente, dentro de una realidad histórica y en paz.
Es tiempo de afirmar que la paz es posible sin “violencia”, que el camino iniciado a partir del 15 de marzo, abandona para siempre ese criterio sangriento de la “violencia fundacional”… no necesitaremos más sangre para los nuevos tiempos.
La unidad nacional deberá construirse bajo el lema: “el presidente de todos”..


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