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La primavera salvadoreña, recuerda España (21)

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Caralvá

 

Día 20 (4 días antes del 10 de mayo)

 

La verdadera vencedora de la esperanza no es la muerte, es la puerta cerrada a toda transfiguración posible.

Puedes observar que las leyendas antes vivas y poderosas, chocan contra la muralla.

También puedes ver resbalar en gotas gelatinosas la acerada imagen de héroes intocables.

La puerta cerrada también sella los cuerpos uterinos que encierran poderosas semillas de vida, que no pasan más de su límite.

Que manera de recorrer la Odisea con ingeniería a la inversa, que forma de ver las entrañas del universo con tu óptica humanizada que encarna a Ulises.

Eres Ulises en las millones de historias que él no conoció en la puerta.

Ya no tienes buenas costumbres ante la puerta cerrada, el insólito encuentro hace que olvides que debes alimentar tus esperanzas, solo el pequeño calor de tus humildes oraciones te protege, nada más.

Dejas de tejer tus sueños, no más alfombras que emergen del sol y cuidan tus pasos, no hay más sueños.

Tu cuerpo firme y enérgico, quizás demasiado valiente para desafiar al Internet, comienza a vomitar frases incoherente de alegrías imaginarias, tus vómitos se convierten en bolitas que puedes lanzar contra la puerta, bolitas que al estrellarse provocan destellos luminosos iridiscentes, pero la puerta no cede y tu cuerpo comienza a llenarse de arañas cibernéticas, tus ojos, tus manos, la extensión más rigurosa de tu olvidado rictus triunfal se convierte en un cable tecnológico y se cae tu red externa.

Demasiado poder pleural de cibercafés tercermundistas, demasiado furor de legiones perdidas en el desierto que no recordaron tu nombre frente a la muralla, porque solo eras un punto remoto del universo… ahora quizás un link olvidado.

La puerta te invade con su semblante frío, tiene en su mejor cielo, cables y más cables, gigantescos procesadores de datos, una auténtica prisión algorítmica.

Oscuros senderos de transmisores, con tarjetas infalibles de tu voz, ahí estas, el camino se inicia en esa puerta, allá el sol, acá tu encendida pantalla de matemática binaria.

Mi memoria recurre a los innombrables, bajo el canto de la felicidad más infantil y deseo pronunciar:   01, 001, 1001, 0101100… para iniciar mi secuencia de ignición frente a la puerta.

Es primavera… en algún sitio alguien recordará.

A falta de 4 días la puerta intenta sellar mi destino.

¿Qué historia puede ser esta? Con tanta amargura cibernética, tan virtual como el palpitar de una remota cantante inglesa que surge de un clic y conquista al mundo.. Susan Boyle.

Acepto un clic a cambio de…

Pero me niego a desistir, en algún lugar de la prisión cibernética debe existir una salida, la puerta  es solo la entrada.

Creo que cantaré… un canto binario.

Y mi voz debe abrir la puerta, para no convertirme en ceniza cibernética.

La primavera salvadoreña (vota)

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