Caralvá
La vida ilumina nuestro camino por un tiempo, la diferencia entre nosotros es el trabajo que algunas personas realizan por sus pueblos. La respuesta a la pregunta: ¿qué hizo por nosotros? en El Salvador por ejemplo: la reconstrucción del pueblo de Comasagua y su presencia en momentos críticos ante la desolación de aquellos terremotos.
Pocas personas han influido tanto en Latinoamérica con sus discursos sobre la realidad social de nuestros pueblos, su palabra al menos de esperanza hacia los pobres, alentó odio y miseria humana por un lado, simultáneamente de alegría y dignidad en su reverso. Hugo Chávez surge a la luz pública con un Golpe de Estado en 1992, aquellos tiempos fueron contra una clase política desastrosa, pero fracasó y en ese momento Chávez fue encarcelado, aquella asonada era contra un modelo anquilosado y decadente, contra un poder oligárquico que el pueblo venezolano detestaba, luego de ese acontecimiento, el camino se torna en una prueba democrática, en ese trayecto sufre un intento de Golpe de Estado el 11 de abril de 2002, posterior a este acontecimiento la democracia se consolida, y así se convierte en un campeón invicto en las elecciones de 2000, 2006 y 2012, su éxito es celebrado incluso por los periódicos conservadores norteamericanos.
Ahora conocemos el anuncio de su muerte, día oscuro para las esperanzas latinoamericanas, el anuncio provoca un profundo silencio reverencial por el gran visionario. Así como creció la esperanza, el odio era similar con su sombra destructiva, Venezuela se dividió, el mundo se dividió, todo por la proclama de un sueño, como en tiempos históricos de la Independencia.
En estos momentos parte de su discurso continuará entre nosotros, corresponde a la posteridad juzgar su obra, porque aquella visión amada-odiada, es la lectura irrenunciable del juego de espejos que conforma nuestra sociedad.
En la distancia saludamos la obra de un hermano latinoamericano, que como todos tenía defectos y virtudes, en él reconocemos al pueblo venezolano, un pueblo gigante con una historia legítima de solidaridad y dignidad por sus principios.
En este día infausto, los sueños no han sido derrotados, ahí sigue el ideario por un mundo mejor, la amistad, los pueblos reconstruidos, la realidad insospechada veinte años después, un pueblo que hace suyos los sueños del visionario, el camino que se inicia con la esperanza.
Hace 50 años, pensar en la democracia eran sueños imposibles, relatos disparatados, imágenes incoherentes, monólogos de locos, ahora por la contribución de estos seres visionarios heredamos lo poco que tenemos y nos harán falta otros 50 años para lograr construir un mundo mejor, pero al menos los primeros pasos ya orientan nuestro camino. Latinoamérica ya no será la misma y la historia nos llama a continuar. En El Salvador necesitamos muchos años de guerra para construir un Acuerdo de Paz, luego veinte años para confirmar la alternancia democrática, por eso comprendemos perfectamente el difícil camino en construcción de la paz social.
Latinoamérica tiene un sentido de la historia diferente desde hace mucho tiempo, cada pueblo construye su historia a pulso de coraje en la combativa esencia de su independencia, con la fuerza de la democracia y su autodeterminación, en esta situación Venezuela es un gran ejemplo regional.
Los sueños de los visionarios son humildes, pero crecen hasta convertirse en pueblos, en naciones y al final la humanidad reconoce el valor de estos seres extraordinarios.
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