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El Capital: el más cobarde en un Estado fallido

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César Ramírez

Afirman los hombres de negocios: “nada es más cobarde que un millón de dólares”, pero si existe alguien más cobarde… “El dueño de ese millón de dólares”… si nuestra nación se encamina hacia esa invectiva lanzada por un sector de la Iglesia Católica contra el Estado Salvadoreño es desafortunada y fatalista. Veamos el concepto académico propuesto por Jonathan Di John de la Universidad de Harvard, en su artículo: Conceptualización de las causas y consecuencias de los Estados fallidos: una reseña crítica de la literatura (2008), publicado por La Universidad de los Andes “Estado fallido: definimos un “Estado fallido” como una condición de “colapso estatal”, es decir, un Estado que no puede desempeñar sus funciones básicas de seguridad y desarrollo y que no tiene control efectivo sobre su territorio y sus fronteras. Un Estado fallido es aquel que ya no puede reproducir las condiciones para mantener su propia existencia. Este término se utiliza de forma muy contradictoria en la comunidad política (por ejemplo, hay una tendencia de llamar “Estado fallido” a un Estado que simplemente se desempeña pobremente, tendencia que rechazamos). El opuesto a un “Estado fallido” es un “Estado duradero”, y la línea absoluta que divide estas dos condiciones puede ser difícil de establecer en los márgenes. Aun en un Estado fallido, algunos de los elementos del Estado, como las organizaciones estatales locales, tal vez sigan existiendo”. El artículo se extiende en muchas líneas teóricas, ¿pero en realidad vivimos ese nivel de calamidad?, me parece una exageración, los más cobardes serían los capitales millonarios arraigados en nuestra nación, acá gozan de buen salud, veamos por ejemplo: las telefónicas, las instituciones bancarias, empresas comerciales de diversos niveles, no expresan signos decadentes; una simple revisión de sus balances anuales hablan por sí solos, tienen ganancias netas millonarias después de la depreciación, salarios, etc., incluso se exportan capitales a otras “operaciones comerciales”, de tal forma que nuestra nación hace posible el crecimiento de inversiones internacionales, acá no existe control de inversiones al considerar que son capitales privados, pero olvidan la acumulación originaria salvadoreña. Recientemente la Revista Forbes México con fecha 05 de agosto 2014, identifica a Las 10 familias más influyentes de Centroamérica, entre ellas el Grupo Poma de origen salvadoreño con: “Ventas anuales del Grupo: $ 1,800 y da empleo a 18,000 personas en Centroamérica, Colombia, México y Estados Unidos; además se menciona a la familia Simán con sus Tiendas del Grupo Alsicorp en Centroamérica: 33, que genera empleo a 24,000 personas, ¿esta condición es posible en un Estado fallido o en camino del colapso?, de ninguna manera.  En Colombia existe una guerra con más de cincuenta años con territorios guerrilleros, muchas armas, organismos paramilitares, narcotráfico, etc. La escala de violencia es superior a nuestra nación, pero nadie califica a esa hermana nación de “Estado fallido”, lo mismo en México con acciones históricas de combate a grupos irregulares, en magnitud incomparable con nosotros, no obstante nadie califica a México con esas invectivas, de tal forma que nuestro deber ciudadano en El Salvador, es contribuir como ciudadanos en la construcción de la paz social, fortaleciendo la democracia y denunciando esos desafortunados pronunciamientos que solo tienen por objetivo provocar incertidumbre y fatalismo. El capital no esperará el llamado del cielo para abandonar sus negocios terrestres en nuestra nación, y acá ese capital o sus dueños no tienen nada de cobardes.

www.cesarramirezcaralva.com

 

 

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