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El Diablo hace las calderas, pero no las tapaderas

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César Ramírez

 

@caralvasalvador

 

Acá olvidamos que el objetivo de la política es: “hacer el bien” que es una condición “ética”, que todo personaje de elección popular debe poseer como insignia trabajar por una nación mejor, no obstante para algunas personas hacer política es desprestigiar y denigrar al adversario por todos los medios posibles, ello significa campañas sucias en todo sentido y el máximo volumen de rumores, infundios en redes sociales, acompañamiento de los medios de comunicación donde no admiten derecho de respuesta etc. Estas campañas con objetivos políticos han incluido el robo de tapaderas metálicas de las carreteras de la nación, un punto sensible y doloroso para los ciudadanos que han dañado sus autos en esos pozos de alcantarilla. Hace muchos años unos jóvenes de una institución privada fueron pillados por la policía mientras tomaban las tapaderas, esos muchachos estudiantes de una escuela bilingüe, quizás realizaban novatadas para demostrar su hombría, pero caro les saldría dicha iniciación, puesto que todos aquellos que hemos caído en esos agujeros de aguas negras inmediatamente recordamos sus nombres, principalmente en los días lluviosos cuando es imposible evadir la caída del auto, al final teníamos a quién nombrar en los incidentes viales, no obstante he visto el sufrimiento de muchos ciudadanos atrapados en condiciones dramáticas por el acto criminal del robo de esas tapaderas metálicas. Fuera del momento emotivo, al conocerse la perversa acción que en los almacenes de la Alcaldía de San Salvador se encontraban las famosas tapaderas metálicas, uno solo piensa que esa acción delictiva tenía el oscuro propósito de orientar a la opinión pública hacia la inseguridad pública, con el propósito de dañar la imagen de los gobernantes… que acción más miserable; aunque en la pasada guerra civil fuimos testigos de acciones peores y horrorosas, en nuestra ingenuidad pensamos que aquello era cuestión olvidada, no obstante este acto y otros similares como los enriquecimientos milagrosos de funcionarios de gobiernos anteriores o la “distribución de la justicia” para los principales exdirigentes políticos nos hace pensar que seguimos como en el siglo pasado y para muchos aún lo importante es denigrar al adversario a cualquier costo. Hay un peligro constante por la ausencia de dichos artefactos en las calles, pero ahora el “destinatario” de la indignación se orienta hacia los dirigentes edilicios que han provocado semejante acto criminal, ya no es el chico de apellido ilustre, sino los jefes de la actual administración municipal de San Salvador. Durante meses hemos observado como los líderes de la “desinformación” asocian el robo de las tapaderas, cables ópticos, robo de cobre, lámparas públicas, daño en señalización, robos de bardas protectoras, hurto de metales en autopistas, saqueo de aros públicos en las alcantarillas, etc., como objetivo para demostrar que la inseguridad es producto de las autoridades gubernamentales y ganar votos en la siguiente campaña electoral, así existen otras acciones peores como: “la distribución de la justicia”, que parece no escapar a los procedimientos tenebrosos mencionados.

 

Es tiempo de renunciar a esas prácticas sucias, eso no es hacer política, ese camino conduce a la destrucción de los valores de la democracia y no hay mejor forma de hacerlo que convertir las instituciones en santuarios delictivos, es como el dicho: el diablo hace las calderas, pero no las tapaderas.

 

www.cesarramirezcaralva.com

 

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