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Terrorismo en: dictadura y democracia

 

César Ramírez

@caralvasalvador

Es conocida la calificación de terrorismo en los años setentas, ochentas, bajo el concepto “Seguridad Nacional de las Américas” aquello era simplemente una acusación de pertenencia comunista, así fue calificado Monseñor Romero y los sacerdotes jesuitas, ese argumento fue la espada justiciera de la extrema derecha, no solo para asesinar a personalidades opositoras sino a más de setenta y cinco mil salvadoreños, eso es un crudo terrorismo de Estado, fue un “cheque en blanco” para aniquilar a cualquier opositor; no obstante ¿qué sucede cuando existen elementos antisociales que cometen tropelías inimaginables contra la población civil en democracia? : incendiar un autobús con los pasajeros dentro e impedirles salir, asesinar a policías y soldados desarmados sin posibilidad de defensa, eliminar a custodios de penales, madres, niños, niñas, profesores, agregando el horroroso crimen de catorce internos de sus propias filas en el penal de Quezaltepeque… todos son actos repudiables en una sociedad decadente sin respeto por la vida humana.

El 06 de julio de 2006 en un artículo de opinión publiqué en este periódico: “Terrorismo es un acto desesperado de diversa naturaleza, que no lucha dentro del sistema institucional (derecho, democracia etc…), sino que actúa al margen de la ley. Las características del terrorismo pueden tener diversos rostros: de izquierda, derecha, religioso, Estado, bandas racistas, fascistas, comunistas etc., su actuación es una agresión alevosa y con ventaja contra minorías o entidades legales, así su accionar es una constante agresión a las leyes y las normas institucionales, su principal connotación es la acción violenta indiscriminada, connotando su angustia al no poder incorporarse al sistema democrático, ni ser parte de las soluciones correspondientes a la nación”, fue escrito por el atentado contra miembros de la policía nacional civil en el trágico evento de la Universidad Nacional, los culpables de ese acto ahora purgan sus penas; no obstante nueve años después somos testigos de un irrespeto a la vida sin precedente por las denominadas maras, comparables únicamente con  los escuadrones de la muerte, que solo produjeron luto en nuestra sociedad.

Los grupos terroristas en nuestro caso, carecen de reivindicaciones políticas, no tienen ninguna caracterización de exclusión social-política, tampoco existe ninguna proclama que solicite una inclusión dentro de la sociedad, ni su auto conversión al orden constitucional, por el contrario afirman ser víctimas del modelo económico, sus estructuras, su educación, etc… el momento es grave, vivimos el punto de “no retorno” ante la violencia generalizada, tampoco existe una solución inmediata para este problema.  Si este tiempo significa el agotamiento de un proceso de iniciativas pacíficas, en los siguientes meses o años veremos florecer la violencia como hace treinta años en la guerra civil, nada podrá asombrarnos ante el paso de la muerte por las calles de las ciudades, el campo, los barrios o las montañas; lo hemos visto todo, así como hemos contemplado la bondad humana a pesar de esos actos criminales.

No obstante, existe aún esa puerta de salida que permita salvar vidas, esa vía que significa aceptar el orden democrático en nuestra nación y su legalidad.   www.cesarramirezcaralva.com

 

 

 

 

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