Caralvá
La frase inicial pertenece a Anaxágoras, el mismo que dijo: “mi patria es el cielo y en ella está mi verdadera preocupación”…La muerte del General Augusto Pinochet despierta pasiones políticas, pero el mundo cambia… y rápidamente, porque como escribió Nieztche hablando de la realidad del cambio.. “si la arrojamos por la ventana, vuelve a entrar por el ojo de la cerradura” aprender del pasado es la mejor lección.
La muerte de Pinochet, como otras personalidades, connota acciones y reacciones.
Hace muchos siglos Demócrito escribió: “quien se entrega de voluntad a acciones que son justas según la ley, ése pasará día y noche feliz, confortado y sin cuidados; quién desatiende en cambio la justicia y no hace lo que debe , todo le será sin sabor al caer en la cuenta de ello, vivirá en angustia y se atormentará a sí mismo”… esta pequeña nota fue escrita en un pasado arcaico, pero tiene vigencia a pesar de su contenido filosófico. Justamente para no olvidar el pretérito, las diversas visiones del mundo nos llevan a extremismos, mientras algunos recuerdan víctimas en enormes cementerios, otros alaban las mismas muertes, pero la memoria sigue presente, está ahí, viva entre las multitudes. El pasado se convierte en combate, pasión, en el punto irreconciliable de millones de personas. La muerte del General Augusto Pinochet, da licencia para todas las expresiones posibles, la muerte al final cumplió su trabajo, ahora aquél nombre es pasado.
La misma imagen evoca al héroe libertador y al dictador, pensar que esa misma imagen es la que comunica Miguel Angel en su obra inconclusa: “esclavo moribundo y esclavo rebelde”…ellos están atados, luchando contra las correas de cuero…aquella imagen muestra una antigua historia de dos jóvenes, se presumen hermanos, fueron ideados para que al mirarles de frente, su binomio provocara diversas sensaciones, su conjunto induce a la unidad del mensaje. El primero esclavo agonizante imagina desplegar su energía, mientras el segundo está sometido a una fuerza que lo inmoviliza, ambos diseñados para estar unidos por la óptica del espectador. Mientras uno asume su destino, el otro agita sus ataduras conocedor de su futuro. Estas imágenes pueden ser los nombres de Salvador Allende y Augusto Pinochet según la convicción personal, pero estarán unidos por toda la eternidad, sus nombres pueden cambiarse según la óptica del receptor. En nuestra nación tenemos asociaciones de igual naturaleza, podemos colocarles los nombres más representativos, pero su unidad será por siempre, mientras no asumamos una cultura de paz. Podrán expresar que solo es arte, es piedra, es un elemento pagano originado en elementos griegos o romanos, a lo mejor es posible, pero la fuerza de expresión, la pasión que despierta una sola escultura, imaginariamente unida por lazos perpetuos, nos conduce a pensar que de alguna manera, los lazos de amor-odio deberán romperse algún día, para no estar condenados como hermanos de piedra, a una acción de eterna actitud irreconciliable. Las estatuas pueden tener un solo nombre o de multitudes, con pueblos o instituciones, en la forma cambiante de esclavo moribundo y esclavo rebelde. Parece que así como están las cosas en nuestra nación, la distancia al Hades es la misma, como en un remoto tiempo… mientras en Santiago de Chile acontece un funeral, la antigua unidad de amor-odio acompaña al duelo y las expresiones del pueblo chileno.
La liberación espiritual implica romper las cadenas de amor-odio, bajo una cultura de paz, la cual aún no conocemos. Si no cambiamos esa será nuestra mejor imagen del futuro…
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Muerte de Pinochet
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“La distancia al hades es la misma”