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drogas por internet

  • El Salvador de las moscas

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    Caralvá

    Solo era un chico de 16 años. Con toda la vida bajo su cachucha de baseball recorriendo las calles de San Salvador. Aquello era una hermandad de conciertos (toques), borracheras o la comunión en drogas compradas en la red de Internet.
    Fácil ordenar con tarjeta y recibir un pequeño embarque de substancias mortales. Así jugaban a las drogas con sus vidas.
    Dudo que supieran el riesgo de abrazar la muerte y enamorarse de su aliento fatal.
    Es el producto de una educación fría. De un paupérrimo espíritu sin esperanza..
    Me veo en ese joven, con mis amigos cantando: If you wanna hang out you´ve got to take her out; cocaine… con mis amigos cayendo uno a uno en el infierno de las drogas. No éramos ángeles recién llegados de las hordas celestiales, solo éramos jóvenes católicos en camarillas mortales, sin saberlo. Era casi un juego de fraternidad colegial, en aquél colegio se vendía y compraba droga, silenciosamente.
    No obstante, algunos comenzaron a beber licor en forma incontrolable y asociaron prontamente drogas menores, las combinaciones de los ilícitos rápidamente fueron ascendentes. Mis amigos continuaron cantando: If you wanna get down, down on the ground; cocaine. Ver mi muerte en ellos me hizo reflexionar.
    Para muchos era un juego, para su angustiada madre aquello era insoportable. De alguna manera recorríamos lo escrito en Lord of the Flies de William Goldi y quizás en estas circunstancias deberíamos llamarle a la nación El Salvador de las moscas.
    La diferencia era la velocidad en la adicción, la degradación, ausencia en el sentido del peligro y la muerte, en otros tiempos tardaba un poco, ahora es cuestión de semanas.
    Algunos de mis amigos murieron calcinados en los infiernos de la adicción alcohólica, marihuana y algunos de mayor ingreso aún pueden contar como se liberaron de la cocaina, a costa de su propia degradación económica.
    Aquellos jóvenes de Lord of the Flies, perdón de: El Salvador de las moscas, no eran los clásicos chicos huelepegas, chicos de la calle o los “otros”, ellos eran chicos con acceso a la educación de paga.
    Dura lección, sin retorno.Las funerarias tienen un ambiente doloroso de encuentro, sin segundas oportunidades...
    Acompaño a la familia desde mi propio corazón, porque soy testigo de algunas muertes similares, la masiva condición de información nos permite al menos percibir la conspiración del mal en las drogas compradas por Internet, en pequeños embases a simple vista inofensivos para limpieza de computadoras.
    La asociación juvenil de años anteriores como ahora, no pasa por los colegios, pasa primero por las calles, por la coacción de amigos líderes que inducen al mal.
    Como todas las generaciones, los menores de 20 años se consideran herederos del mundo, no importan las advertencias… los Caldeos, 200 años antes de Cristo, escribieron: “Nuestra juventud es decadente e indisciplinada, los jóvenes ya no escuchan los consejos de los viejos, el fin de los tiempos está cerca." En ocasiones escuchar es ver la muerte. Por eso John S. Mill escribió “…el único objetivo por el que puede ejercerse justamente el poder sobre un miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es para prevenir el daño a otros”.
    Ahora no escucharán advertencias, hasta que vean a sus compañeros muertos…como nosotros al escuchar: She don´t lie… cocaine… sabemos que miente.
    http://www.diariocolatino.com/opiniones/detalles.asp?NewsID=3343